SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



lunes, 21 de marzo de 2016

PRO 100 Días: En varios momentos Macri eludió las definiciones más directas y pareció recurrir al cassette de las respuestas clásicas de tantas otras notas, pero también hubo contestaciones espontáneas que habrán incomodado a sus asesores.

TELAM 20/03/2016: Un Mauricio Macri en estado puro, con sus fortalezas y con sus debilidades. Así lo vi al Presidente durante la entrevista que le hicimos seis periodistas para Canal 7. En varios momentos eludió las definiciones más directas y pareció recurrir al cassette de las respuestas clásicas de tantas otras notas, pero también hubo contestaciones espontáneas que habrán incomodado a sus asesores.

Por ejemplo, cuando afirmó que el Estado no tiene herramientas para castigar a los empresarios que aumentan abusivamente los precios o cuando le dio argumentos a la oposición al jactarse de que todas las medidas que tomó en estos cien días de gobierno beneficiaron a los trabajadores.

Macri contestó todo casi en el mismo tono tranquilo, sin alterarse, aunque se lo notó incómodo ante una pregunta de la periodista Fabiana Dal Prá sobre los despidos en el Estado. De todas formas, se prestó con soltura al diálogo de más de una hora, casi como si no hubiera sentido el peso de otras tres extensas entrevistas que había concedido el viernes pasado a tres diarios nacionales.


Sí pareció haberse vestido casi igual que para esas notas: saco azul, camisa celeste y zapatillas. ¿Será una cábala presidencial? En la entrevista televisada, Macri no quiso tener mala suerte: evitó definiciones tajantes y anuncios concretos, mientras volvió a citar a Juan Domingo Perón para sostener que la “estrella polar debe ser la productividad”, quizá un talismán para contrarrestar los argumentos de los que lo visualizan como una suerte de demonio de la derecha argentina.

El amplio despliegue de la Televisión Pública estuvo a tono con el carácter inédito de un Presidente contestando libremente las preguntas de seis periodistas, entre los cuales, rompiendo la tentación centralista de los porteños, sobresalía la presencia de dos colegas del interior.

Ningún funcionario pidió nada ni bajó una sola línea de lo que debía suceder ante las cámaras, que registraron para los televidentes el imponente auditorio con la cúpula vidriada del Centro Cultural Kirchner, esa faraónica obra que costó miles de millones de pesos y aún no está terminada.

Fueron algunos de los datos más sugestivos que quedaron de una entrevista a un Presidente con pocos antecedentes en la Argentina y que debería convertirse en un ciclo fijo, en el que se puedan alternar periodistas de distintos medios y sin esperar las excusas que brinda el almanaque, para que la gente pueda saber de qué se trata. Un viejo objetivo que no debería ser inalcanzable.

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