La terapia de la risa SI
EXISTE, clasificable entre las terapias alternativas o complementarias en
medicina, es el conjunto de técnicas e intervenciones terapéuticas para
conseguir experimentar risa que se traduzca en los beneficios fisiológicos y
psicológicos conocidos.
El reciente advenimiento
de la psicología positiva ha despertado un grandísimo interés y expectación
sobre los beneficios de aplicar el trabajo con recursos positivos a la terapia
de la risa (y a otras terapias mentecuerpo). Por lo tanto, nace con este
moderno enfoque, la terapia positiva con risa, como complemento de la terapia
de la risa "general" y de la psicología positiva, con sus
aportaciones y sus limitaciones. Los profesionales sanitarios pueden ejercer un
importante papel para difundir los beneficios de las "terapias
positivas" y aplicarlas en condiciones reales, tanto para los pacientes
como para ellos mismos.
Las
emociones positivas y la salud:
Cuando
se han estudiado las emociones humanas, clásicamente se ha venido otorgado
mucha más importancia a las emociones negativas que a las positivas. Partiendo
del hecho de que su valor adaptativo se ha demostrado indispensable en la
especie humana, el estudio de las emociones positivas resulta necesario y debe
abordarse con el mismo rigor científico. No obstante, las emociones positivas y
negativas no son mutuamente excluyentes, sino que ambas coexisten en el mismo
sujeto y se manifiestan de forma multidimensional, por lo que hay que
considerar ambos tipos de emociones de forma independiente. Disminuir las
emociones negativas, por ejemplo, no traerá consigo un aumento de las
positivas. Para Seligman1,
las emociones positivas se determinan y clasifican según los pensamientos que
genera el pasado (satisfacción, orgullo, complacencia, otras), el presente
(alegría, triunfo, diversión, elevación, fluidez, otras) y el futuro
(optimismo, confianza, esperanza, fe, otras), que son independientes y pueden
presentarse juntas o de manera individual.
El
optimismo y la felicidad:
El
optimismo es una característica psicológica disposicional que remite a
expectativas positivas y a proyectos de futuro8,
aunque también hace referencia a la manera en que nos explicamos a nosotros
mismos los acontecimientos de la vida9.
Una persona optimista es la que interpreta sus contratiempos como causados por
circunstancias externas, específicas, superables y pasajeras. Las personas
pesimistas, por el contrario, piensan que la causa de sus problemas es interna
y personal, general y permanente. Y ocurre exactamente lo opuesto en cuanto a
los acontecimientos positivos: los optimistas creen que tienen una causa
interna, permanente y general, mientras que los pesimistas creen que obedecen a
motivos externos, temporales y específicos.
El
optimismo es una de las emociones positivas más importantes de la investigación
en psicología positiva, moderna rama de la psicología que busca comprender, a
través de la investigación científica, los procesos que subyacen a las
fortalezas personales y las emociones positivas del ser humano10. El optimismo no lleva implícita la
negación de la realidad o la evitación de problemas ni es la única forma válida
de afrontar la vida11. Hay ocasiones en las que el pensamiento
negativo es positivo. De ahí que desde la psicología positiva se abogue por un
optimismo flexible o inteligente12,
adaptable a los estados de alerta necesarios para afrontar las distintas
situaciones. Se ha demostrado de una forma consistente que el
optimismo incide en la
salud, el bienestar y la calidad de vida13,14: palía el sufrimiento y el malestar, determina la
manera en que se afronta la ansiedad y el estrés, y lleva asociados hábitos de
vida más saludables. Existen muchos estudios que relacionan el optimismo con la
salud y la longevidad15. Aunque se sabe que los genes influyen en el
desarrollo de una personalidad optimista o pesimista, otras numerosas variables
y circunstancias del entorno acaban determinando las formas de afrontar las
diferentes situaciones que ocurren en la vida. No obstante, es posible
educarlas hacia el optimismo mediante técnicas de terapia cognitiva, como el
modelo de Seligman16, que permiten establecer un diálogo interior
alternativo que facilita la supresión o modificación de los pensamientos
pesimistas mediante el cuestionamiento de las propias creencias.
Un programa de terapia
positiva con risa no está exento de posibles, aunque infrecuentes, limitaciones
como la dificultad en algunos contextos para la relajación, la desinhibición y
la liberación de la risa, sin autocensuras, barrera inicial para compartir o
exponer algunos temas personales, o el desafío que puede suponer para personas
con diferentes jerarquías de poder que comparten juntas la terapia.
Entre otras, una de las
áreas de la medicina que más se puede beneficiar de las modernas aproximaciones
de las terapias positivas es el ámbito de la salud mental y, en particular, los
trastornos del estado de ánimo y de ansiedad, de gran prevalencia en la
sociedad actual. Ambos trastornos comparten la presencia de elevado afecto
negativo, pero sólo la depresión se caracteriza por un afecto positivo bajo,
por lo que el terapeuta trabajará reduciendo o eliminando el primero y también
potenciando el segundo. Los profesionales sanitarios pueden ejercer un
importante papel para difundir los beneficios de las "terapias
positivas" y aplicarlas en condiciones reales, tanto para los pacientes
como para ellos mismos.
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