El planeta Tierra es hogar de un sinfín de lugares de
ensueño, capaces de robar el corazón a cualquiera de sus visitantes.
Su inmensidad es idónea para albergar todo tipo de ambientes y situaciones,
paisajes increíbles, construcciones insólitas y la esencia de cada espacio,
único por su característica singularidad. El amor es, en
ocasiones, la pincelada que llena de magia la maravillosa paleta de colores de
algunas de sus ciudades. No dejéis de conocer las ciudades más románticas y
disfrutad de vuestro amor en cada rincón. Si estás enamorado/a, buscas estarlo
o pretendes avivar vuestra debilitada llama, toma nota de estas ciudades para perderte entre sus calles y caer presa de
su poderoso embrujo.
París:
París
es la ciudad del amor por excelencia. También es la Ciudad de la Luz, tanto por su imagen metafórica de “luz
del mundo” en cuanto a progreso como por ser la primera ciudad en recibir
luz eléctrica en las calles. En este sentido, también destaca su fuerza artística, presente durante toda su
historia y responsable de la llegada de una buena colección de artistas
que acogió en su seno (véase el Louvre, otros museos y salas de exposición).
París debe su carácter romántico a la perfecta confluencia de clase, señorío y tintes bohemios. Esta
mezcla ofrece el disfrute por igual de anchas avenidas y de
estrechas calles atestadas de encanto y sonido de acordeones;
de bellas composiciones históricas (Basílica
del Sacre Coeur) y de edificios vanguardistas (Pompidou);
de obras sofisticadas en teatros clásicos y
de atrevidos espectáculos en el Moulin Rouge y
alrededores; y de restaurantes lujosos y un buen puñado de recoletas cafeterías. Sus travesías por el Sena,
la Torre Eiffel, los paseos por sus calles (mención especial al Barrio de
Montmartre) y las lecturas en los cafés son señas románticas que la convierten
en la Ciudad del Amor, con el recuerdo de artistas clásicos y experimentales
decorando su pasado, presente y futuro. También la luz como antorcha de su
magia clásica y moderna.
Bélgica:
Hermana de Gante y Amberes en cuanto a encanto y magia, Brujas es una de las joyas de Bélgica y Europa, una pequeña ciudad con rincones de fantasía, viejas historias y belleza de cuento. Allí se gestan maravillosas pedidas de mano, viajes de novios y escapadas románticas.
Su conjunto es el germen de cualquier cuento de hadas y, haciendo
honor a su nombre original (Bryggia=Brugge=puentes), la ciudad es un conglomerado de puentes de piedra en lugares recónditos, pequeñas
calles y grandes espacios. Su componente vegetal, a
base de jardines y parques cuidados con verde esmeralda, comulga a la
perfección con su material arquitectónico, que despunta en tejados de casas de
brujas y el tono rojizo de su ladrillo visto. Un pequeño sueño del que no despertar jamás.
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