Se trata de un dispositivo llamado
“hidrógeno vehicular”, que permite ahorrar entre el 20 y el 40 por ciento del
combustible que utiliza el motor estándar de un automóvil y reducir el impacto
de las emisiones.
Por las calles de Mendoza, un Fiat Punto se distingue
entre los demás: tiene un anuncio en la luneta que dice “Auto impulsado por
agua”. El vehículo pertenece a Juan José López, un hombre que compró la
franquicia de un marplatense y que instala dispositivos de “hidrógeno
vehicular” en Mendoza.
Este sistema permite ahorrar combustible -ya sea
nafta, gasoil o GNC- y posee la cualidad de reducir las emisiones de dióxido de
carbono: “Funciona con corriente, tiene una celda que libera el hidrógeno del
agua, éste va por una manguera o caño hacia la admisión del auto, entra junto
con el aire y va directamente a la cámara de combustión”, detalló el hombre.
El hidrógeno se genera por hidrólisis electrolítica
a partir de agua y al combinarse con el combustible líquido o gaseoso optimiza
la combustión: “Lo que hace el hidrógeno es potenciar el combustible por lo que
se consume entre un 20% y un 40% menos”, especificó.
El hombre decidió incorporar la venta y colocación
de estos sistemas a su taller mecánico que funciona desde hace varios años. “El
fabricante es de Mar del Plata, yo le compré una franquicia y la traje para
Mendoza para tenerla como un emprendimiento junto a mis hijos”, cuenta
entusiasmado Juan.
Lucas Varela de San Rafael, es un estudiante de
ingeniera electromecánica, comenzó hace cuatro años a fabricar estos aparatos,
y descubrió que funciona mejor en coches viejos: “En los nuevos, se complica un
poco más porque por la computadora tienen muchos sensores”, deslizó.
“Solamente libera vapor de agua, totalmente
inocuo”, señaló López, y subrayó que hay países como Alemania donde se utilizan
vehículos potenciados solamente por hidrógeno.
El equipo se instala en el baúl del auto y no ocupa
demasiado espacio: “Lleva un depósito de agua y la celda, ambos dentro de una
caja que tiene más o menos unos 20 centímetros de ancho y 40 de largo y alto,
lo que puede variar de acuerdo a la cilindrada, pero no es mucho más”, contó
López.
Para funcionar, el aparato utiliza un litro de agua
destilada cada 1.000 kilómetros: “Uno tiene que controlar el nivel del depósito
como si fuera el radiador del automotor”, indicó.
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