Después de William Shakespeare, Agatha Christie es
la autora que más ha vendido de todos los tiempos. Vendió más de dos mil
millones de libros en todo el mundo y ha sido traducida a más de 45 idiomas. En
una carrera de escritora que abarcó más de medio siglo, Agatha Christie
escribió ochenta novelas y colecciones de cuentos. Ella escribió más de una
docena de obras para teatro.
De la niñez a la vejez. |
Agatha Christie nació en Torquay, Reino Unido, 1891 y fallecio el
1e de enero en Wallingford en 1976. Autora inglesa del género policíaco, sin
duda una de las más prolíficas y leídas del siglo XX. Hija de un próspero
rentista de Nueva York que murió cuando ella tenía once años de edad, recibió
educación privada hasta la adolescencia y después estudió canto en París. Se
dio a conocer en 1920 con El misterioso caso de Styles.
En este primer relato, escrito mientras trabajaba como enfermera durante la Primera Guerra
Mundial, aparece el famoso investigador Hércules Poirot, al que pronto combinó
en otras obras con Miss Marple, una perspicaz señora de edad avanzada.
En 1914 se había casado con Archibald Christie, de
quien se divorció en 1928. Sumida en una larga depresión, protagonizó una
desaparición enigmática: una noche de diciembre de 1937 su coche apareció
abandonado cerca de la carretera, sin rastros de la escritora. Once días más
tarde se registró en un hotel con el nombre de una amante de su marido. Fue
encontrada por su familia y se recuperó tras un tratamiento psiquiátrico. Dos
años después se casó con el arqueólogo Max Mallowan, a quien acompañó en todos
sus viajes a Irak y Siria. Llegó a pasar largas temporadas en estos países;
esas estancias inspiraron varios de sus centenares de novelas posteriores, como Asesinato en la
Mesopotamia (1930), Muerte en el Nilo(1936) y Cita con la muerte (1938).
La estructura de la trama
de sus narraciones, basada en la tradición del enigma por descubrir, es siempre
similar, y su desarrollo está en función de la observación psicológica. Algunas
de sus novelas fueron adaptadas al teatro por la propia autora, y diversas de
ellas han sido llevadas al cine. Entre sus títulos más populares se encuentran Asesinato en el Orient-Express (1934), Muerte en el Nilo (1937)
y Diez negritos (1939).
En su última novela, Telón (1974), la muerte del personaje
Hércules Poirot concluye una carrera ficticia de casi sesenta años.
Quizá su mejor obra es una
de las primeras, El asesinato de Roger Ackroyd (1926), en la que la autora se sirvió
del relato en primera persona para ocultar y al mismo tiempo revelar la
identidad del asesino. En El asesinato de Roger Ackroyd,
el médico rural Sheppard no sólo representa el papel de ayudante del detective
belga Hércules Poirot, sino que anota también los acontecimientos originados
por un asesinato por envenenamiento ocurrido con anterioridad, un suicidio y el
crimen mencionado en el título. Proyecta publicar cierto día su informe como
uno de los pocos casos "no resueltos" por el famoso Poirot, y
mantiene tan refinadamente encubiertos los datos relativos a su propio papel,
que al final permite que el propio Poirot vea sus anotaciones.
Lo que según sus propias
manifestaciones seducía a Agatha Christie de esta constelación era la necesidad
de formular determinados pasajes del informe de una manera tan ambigua, que al
final, cuando Poirot reúne las piezas sueltas del rompecabezas, el consternado
lector tiene que confesar que erróneamente no incluyó al farsante Sheppard en
sus consideraciones. Esta refinada construcción ha convertido El asesinato de Roger Ackroyd en una de aquellas raras novelas
policíacas cuya segunda lectura produce en el aficionado a este género más
placer intelectual que la primera.
Agatha Christie ha
tenido admiradores y detractores entre escritores y críticos. Se le acusa de
conservadurismo y de exaltación patriótica de la superioridad británica. Pero
se reconoce también su habilidad para la recreación de ambientes rurales y
urbanos de la primera mitad del siglo XX de la isla inglesa, su oído para el
diálogo, la verosimilitud de las motivaciones psicológicas de sus asesinos, e
incluso su radical escepticismo respecto de la naturaleza humana: cualquiera
puede ser un asesino, hasta la más apacible dama de un cuidado jardín de rosas
de Kent.
Además de investigadores
ocasionales, como un voluminoso y burocrático detective, imitación del míster
Pond de G. K Chesterton, o una pareja de jóvenes espías
ingleses adiestrados en la
Primera Guerra Mundial, inventó dos de los detectives más
famosos del género: Hércules Poirot, belga residente en Londres, ayudado por un
inepto coronel Hastings que homenajea al Watson de Arthur Conan Doyle,
y Miss Marple, una solterona chismosa que extrae de lo observado en su pueblo
natal, St. Mary Mead, el saber necesario para descubrir, mediante sorprendentes
analogías, la autoría de crímenes misteriosos en las casas de campo o en los
hoteles y balnearios que suele visitar.
Agatha Christie fue también
autora teatral de éxito, con obras como La ratonera o Testigo de cargo. La
primera, estrenada en 1952, se representó en Londres ininterrumpidamente
durante más de veinticinco años; la segunda fue llevada al cine en 1957 en una
magnífica versión dirigida por Billy Wilder. Utilizó un seudónimo, Mary
Westmaccot, cuando escribió algunas novelas de corte sentimental, sin demasiado
éxito. En 1971 fue nombrada Dama del Imperio Británico.
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