El
hallazgo de los científicos del Instituto Leloir, del Hospital Italiano y del
CONICET fue realizado en un modelo animal de la enfermedad. Y sugiere la
posibilidad de mejorar los resultados de la medicación.
“Los resultados
alentadores del trabajo abren las puertas a la aplicación de estrategias de
tratamiento no farmacológicas en pacientes con esclerosis múltiple”, asegura la
directora del estudio, la doctora Carina Ferrari, integrante del
Laboratorio de Terapias Regenerativas y Protectoras del Sistema Nervioso
que lidera el doctor Fernando Pitossi en la Fundación Instituto Leloir
(FIL) e investigadora del CONICET en el Instituto Universitario del Hospital
Italiano.
La esclerosis
múltiple se caracteriza por ataques del propio sistema inmunológico a la
sustancia que recubre los nervios (mielina). Y puede producir distintos grados
de discapacidad, incluyendo un deterioro de las funciones cognitivas.
En el nuevo
estudio, publicado en la revista “Brain Research”, el “combo” de estímulos
redujo en ratones el daño de la corteza cerebral, atenuó la inflamación, mejoró
la memoria a corto plazo y alivió la ansiedad y la depresión, que son algunos
de los trastornos y síntomas que experimentan los pacientes.
Los investigadores utilizaron un modelo
animal de la forma progresiva de la esclerosis múltiple, que representa un 15%
del total de los casos y se caracteriza por un empeoramiento constante de los
síntomas, sin períodos de alivio o remisión.
Los científicos
quisieron analizar si los signos o síntomas podían mejorar o revertirse al
exponer a los animales a un “ambiente enriquecido”: grandes espacios con
juguetes y túneles para interactuar y ruedas para hacer ejercicio.
En una primera
instancia, los investigadores colocaron a un grupo de roedores en un ambiente
enriquecido y a otro en uno estándar desprovisto de estímulos durante 28
días. Finalizado ese período, comprobaron que los animales expuestos a
estímulos de diferente orden presentaban en la corteza menor falta de mielina,
menos inflamación y menor pérdida neuronal. También se desempeñaron mejor en
pruebas de memoria, ansiedad y depresión, según resalta la primera autora del
trabajo, la neuróloga Berenice Silva, becaria postdoctoral de la Fundación René
Barón en la FIL y en el Instituto Universitario del Hospital Italiano.
“La medicina
actual se enfoca mucho en los tratamientos farmacológicos, y no ve a la persona
con esclerosis múltiple como un todo”, afirma Silva, también neuróloga del
Centro Universitario de Esclerosis Múltiple del Hospital Ramos Mejía. Y agrega:
“El abordaje no farmacológico está empezando a cobrar relevancia, y se está
publicando cada vez más evidencia científica que lo avala, dado que también
provee beneficios y puede ser complementario al tratamiento farmacológico”.
“Sería interesante
que en el futuro puedan elaborarse ensayos clínicos que evalúen el efecto de
combinar el ejercicio físico con la estimulación cognitiva y social, es decir,
un abordaje multidisciplinario. Aún no existen estudios de este tipo ya que
resulta dificultoso elaborarlos”, concluye Ferrari.
El doctor Orlando
Garcea, jefe del Centro Universitario de Esclerosis Múltiple de la División
Neurología del Hospital Ramos Mejía de la ciudad de Buenos Aires, quien no
participó del estudio, afirmó que el avance científico “es muy importante
porque se enfoca en el aspecto no farmacológico de la enfermedad, que tanto los
neurólogos como los pacientes debemos considerarlo prioritario de la misma
manera que lo hacemos con los fármacos. Por ello, es fundamental contar
con evidencias científicas que lo avalen”.
Los autores de
este avance recibieron el premio al mejor trabajo del 55º Congreso de la
Sociedad Neurológica Argentina y la mención a trabajo científico destacado en
el congreso internacional anual más grande del mundo sobre Esclerosis Múltiple
que tuvo lugar en septiembre pasado en Estocolmo, Suecia, y que fue organizado
por Comité Europeo para el Tratamiento e Investigación en Esclerosis Múltiple
(ECTRIMS).
Del trabajo también
participaron María Celeste Leal, María Isabel Farías, Brenda Erhardt y
Pablo Galeano, investigadores de la FIL.
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