Es
muy extraño que la amenaza de una enfermedad ocupe
gran parte de nuestro pensamiento como sucede en estos días.
Durante
semanas, casi todos los medios tienen historias sobre la pandemia del nuevo coronavirus.
Los programas
de radio y televisión tienen cobertura ininterrumpida sobre
las últimas cifras de muerte y, dependiendo de a quién sigas, las plataformas
de redes sociales están llenas de estadísticas aterradoras, consejos prácticos
o humor negro.
Este
bombardeo constante de información puede provocar una mayor ansiedad, con efectos inmediatos en nuestra salud
mental. Pero el sentimiento constante de amenaza puede tener otros efectos más traicioneros en nuestra psicología.
Debido a
algunas respuestas a las enfermedades que fueron evolucionando con los siglos, el miedo al contagio nos lleva a ser más conformistas y primitivos, y
menos receptivos a la excentricidad.
Nuestros juicios morales y actitudes sociales más conservadoras se
vuelven más estrictas cuando
consideramos temas como la inmigración o
la libertad e igualdad sexual.
Los recordatorios diarios de enfermedades pueden
incluso influir en nuestras afiliaciones políticas.
Los recientes
informes de aumento de xenofobia y racismo pueden
ser el primer signo de esto, pero si las predicciones de la investigación científica
son correctas, pueden reflejar cambios sociales y psicológicos mucho más
profundos.
Sistema
inmunológico conductual
Como gran
parte de la psicología humana, estas respuestas a la enfermedad deben
entenderse en el contexto de la prehistoria.
Antes del
nacimiento de la medicina moderna, es muy
probable que las enfermedades infecciosas fueran una de las mayores amenazas
para nuestra supervivencia.
El sistema inmune tiene
algunos mecanismos sorprendentes para cazar y matar a esos invasores patógenos.
Desafortunadamente, estas reacciones nos dejan sintiéndonos con sueño y sin energía,
lo que significa que nuestros antepasados enfermos no habrían podido realizar
actividades esenciales, como la caza, la recolección o la crianza de los hijos.
Estar enfermo también es fisiológicamente costoso.
El aumento de
la temperatura corporal durante la fiebre, por ejemplo, es esencial para una
respuesta inmune efectiva, pero esto resulta en un incremento del 13% en el consumo de energía del cuerpo. Y
cuando la comida escaseaba, eso habría sido una carga seria.
"Enfermarse y permitir que este maravilloso sistema inmunológico
funcione es realmente costoso", dice Mark Schaller, de
la Universidad de Columbia Británica, en Vancouver, Canadá.
Es como un seguro
médico, es genial tenerlo, pero realmente apesta cuando tienes que
usarlo".
Por lo tanto, cualquier cosa que reduzca el riesgo
de infección en primer lugar debería haber ofrecido una clara ventaja de
supervivencia.
Lidiando con covid-19
La influencia
del sistema inmunológico de conducta varía de un individuo a otro. No todos se verán afectados en el mismo grado.
"Algunas personas tienen un sistema inmune
conductual particularmente sensible que les hace reaccionar con demasiada
intensidad a las cosas que interpretan como un posible riesgo de
infección", detalla Aarøe.
Según varias investigaciones, esas personas ya eran
más respetuosas de las normas sociales y más desconfiadas de los extraños que
la persona promedio, y una mayor amenaza de una enfermedad simplemente endurece
sus posiciones.
Todavía
no tenemos datos concretos sobre las formas en que el brote de coronavirus está
cambiando nuestras mentes.
Todavía no tenemos datos concretos sobre las formas
en que el brote de coronavirus está cambiando nuestras mentes, pero la teoría
del sistema inmunológico de conducta ciertamente sugeriría que es probable.
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