Ante el nivel de conocimiento público alcanzado por
la noticia de la caída de la Junta de Sevilla,
Cisneros realizó una proclama en donde reafirmaba gobernar en nombre del rey
Fernando VII, para intentar calmar los ánimos. Cisneros habló de la delicada
situación en la península, pero no confirmó en forma explícita que la Junta
había caído, si bien era consciente de ello. Parte de la proclama decía lo
siguiente:
En América española
subsistirá el trono de los Reyes Católicos, en el caso de que sucumbiera en la
península. (...) No tomará la superioridad determinación alguna que no sea
previamente acordada en unión de todas las representaciones de la capital, a
que posteriormente se reúnan las de sus provincias dependientes, entretanto que
de acuerdo con los demás virreinatos se establece una representación de la
soberanía del señor Fernando VII.
El
grupo revolucionario principal se reunía indistintamente en la casa de Nicolás Rodríguez
Peña o en la jabonería de Hipólito Vieytes.
Concurrían a esas reuniones, entre otros, Juan José Castelli, Manuel Belgrano, Juan José Paso, Antonio Luis Beruti, Eustoquio
Díaz Vélez, Feliciano
Antonio Chiclana, José Darragueira, Martín Jacobo
Thompson y Juan José Viamonte.
Otro grupo se congregaba en la quinta de Orma, encabezado por fray Ignacio Grela y entre los que se
destacaba Domingo French.
Algunos
criollos se juntaron esa noche en la casa Rodríguez Peña. Cornelio Saavedra, quien se hallaba
en San Isidro,
fue llamado de urgencia y concurrió a la reunión en la que se decidió solicitar
al virrey la realización de un cabildo abierto para determinar los
pasos a seguir por el virreinato. Para esa comisión fueron designados Castelli
y Martín Rodríguez
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