Monteagudo
Belgrano no estaba sólo en sus ideales independentistas. Así pensaba por aquel
entonces Bernardo de Monteagudo, líder de la Sociedad Patriótica y futuro
secretario de San Martín: «Sería un insulto a la dignidad del pueblo americano,
el probar que debemos ser independientes: este es un principio sancionado por
la naturaleza, y reconocido solemnemente por el gen consejo de las naciones
imparciales.
El único problema que ahora se ventila es, si
convenga declararnos independientes, es decir, si convenga declarar que estamos
en la justa posesión de nuestros derechos. Antes de todo es preciso suponer,
que esta declaración sea cual fuese el modo y las circunstancias en que se
haga, jamás puede ser contraria a derecho, porque no hace sino expresar el
mismo en que se funda. Bernardo de Monteagudo, Mártir
o Libre, domingo 29 de marzo de 1812.
La bandera:
Belgrano
seguía empeñado en avanzar en el camino hacia la libertad. El 27 de febrero de
1812, inauguró una nueva batería, a la que llamó Independencia. Allí hizo formar a sus tropas
frente a una bandera que había cosido doña María Catalina Echeverría, una
vecina de Rosario. La bandera tenía los colores de la escarapela y su creador
ordenó a sus oficiales y soldados jurarle fidelidad diciendo «Juremos vencer a
los enemigos interiores y exteriores, y la América del Sur será el templo de la
Independencia y de la Libertad.».
La reacción del Triunvirato :
Al enterarse el Triunvirato de la decisión de
Belgrano de crear una bandera propia, reaccionó inmediatamente: «El gobierno
deja a la prudencia de V.S. mismo la reparación de tamaño desorden (la jura de
la bandera), pero debe prevenirle que ésta será la última vez que sacrificará
hasta tan alto punto los respetos de su autoridad y los intereses de la nación
que preside y forma, los que jamás podrán estar en oposición a la uniformidad y
orden. V.S. a vuelta de correo dará cuenta exacta de lo que haya hecho en
cumplimiento de esta superior resolución».
A guardar la bandera:
Pero
Belgrano no llegó a enterarse de esta resolución hasta varios meses después de
emitida y siguió usando la bandera nacional que fue bendecida el 25 de mayo de
1812 en la Catedral de Jujuy por el sacerdote Juan Ignacio Gorriti.
En julio recibió finalmente
la intimación del Triunvirato y contestó admitiendo que en dos oportunidades
había izado la bandera para «exigir a V.E. la declaración respectiva en mi
deseo de que estas provincias se cuenten como una de las naciones libres del
globo». Concluye la carta indignado diciendo que destruirá la bandera: «La
desharé para que no haya ni memoria de ella. Si acaso me preguntan responderé
que se reserva para el día de una gran victoria y como está muy lejos, todos la
habrán olvidado».
Fuente: El historiador-
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