SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



martes, 4 de octubre de 2022

La arqueología demostró que hubo un comercio internacional de drogas desde hace unos 3000 años.

 

Cuando aparecen, las drogas se mencionan casi de modo incidental, y se centran en aspectos medicinales y religiosos, dejando a un lado rápidamente cualquier uso recreativo.





Sin embargo, hubo un comercio internacional de drogas desde el año 1000 a.C., y la arqueología se ha combinado con la ciencia para aclarar una imagen que parece haber sido cuidadosamente ocultada por escritores antiguos y sus traductores posteriores.

 

Había más de una docena de formas de alterar la realidad en el antiguo mundo del Mediterráneo, pero dominaban dos drogas: el opio y la marihuana.



Una investigación minuciosa realizada en las últimas dos décadas ha comenzado a revelar patrones en el uso de estas drogas, previamente insospechadas incluso por los historiadores clásicos del siglo XX..

En una escena de una pintura versión árabe del siglo XIII de "Materia Médica" de Dioscórides, en la que el médico, farmacólogo y botánico de la antigua Grecia está con un discípulo que sostiene una mandrágora. El artista Yusuf al Mawsili pintó a un hombre (el alumno) en lugar de la mujer que en textos clásicos / bizantinos personifica el descubrimiento.

 


Una de las primeras pistas de que los antiguos consideraban que la amapola era más que una planta bonita proviene de su uso frecuente como motivo en estatuas y grabados. Los arqueólogos han descubierto que, ya en 1600 a.C., se fabricaban pequeños frascos en forma de "cápsulas" de amapola, esa bola abultada que está debajo de los pétalos de la flor que produce opio.

La forma de esas cápsulas artificiales hacía que fuera razonable suponer para qué se usaban, pero hasta hace poco era imposible estar seguro.

En 2018, la revista Science informó que las nuevas técnicas para analizar los residuos en las cápsulas excavadas habían revelado que el material vegetal contenía no solo opio, sino -a veces- otras sustancias psicoactivas.



Estos frascos y cápsulas se han encontrado en todo el Levante, Egipto y Medio Oriente. Su uniformidad sugiere que formaban parte de un sistema organizado de fabricación y distribución.

"Brebajes sutiles y excelentes"

Hay un pasaje muy sugerente en "La Odisea" de Homero, en el que Helena de Troya le echa al vino una droga que quitaba los recuerdos dolorosos y el ardor del dolor y la ira.

"Quien lo tomara después de mezclado en la crátera, no derramaría lágrimas por las mejillas durante un día, ni aunque hubieran muerto su padre y su madre o mataran ante sus ojos con el bronce a su hermano o a su hijo".


Helena, dijo Homero, tenía "tales brebajes sutiles y excelentes" pues se los había dado Polidamna, esposa de Ton, una mujer de Egipto, "cuya fértil tierra produce muchísimas pócimas; después de mezclarlas algunas son buenas y otras perniciosas".

El nombre Ton es significativo, pues los egipcios creían que el dios llamado Tot le había enseñado a la humanidad el uso del opio, según registra Galeno, el investigador médico de la Edad Antigua por excelencia.

Sueño eterno

Por su parte, el médico, farmacólogo y botánico de la antigua Grecia Dioscórides, autor de "De Materia Medica" (la enciclopedia de medicina herbaria y sustancias medicinales relacionadas), describió la técnica de la cosecha:

"Los que producen opio deben esperar hasta que el rocío se haya secado para cortar ligeramente con un cuchillo alrededor de la parte superior de la planta. Se cuidan de no cortar el interior.

"En el exterior de la cápsula, se hace un corte hacia abajo. A medida que sale líquido, usa tu dedo para ponerlo en una cuchara. Al regresar más tarde, uno puede cosechar más del residuo después de que se haya espesado, y aún más al día siguiente".

Dioscórides también advierte contra la sobredosis. "Mata", dice sin rodeos.

De hecho, muchos romanos compraban opio precisamente por esa razón.

El suicidio no era pecado en el mundo romano, y muchas personas que sufrían de vejez y enfermedad optaban por irse flotando de la vida en una suave ola de opio.

No es muy probable que sea coincidencia que las divinidades griegas Hipnos -el dios del sueño- y Tánatos -su hermano gemelo, el dios de la muerte sin violencia- estén representados con coronas o ramos de amapolas.

El opio era un somnífero común mientras que, escribe el filósofo griego Teofrasto, "del jugo de la amapola y la cicuta viene la muerte fácil y sin dolor".

 

 

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