SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



martes, 11 de octubre de 2022

¿HASTA CUANDO SEGUIRÁ LA CRISIS DEL HAMBRE MUNDIAL? EL COMITÉ DE SEGURIDAD ALIMENTARIA DE ONU EN LA ENCRUCIJADA.

 ¿Las negociaciones de esta semana serán más de lo mismo o conducirán a cambios estructurales que pongan a la gente en el centro?

Desde este lunes y hasta el jueves se realiza en la capital italiana, Roma, la 50a sesión del Comité de Seguridad Alimentaria Mundial de Naciones Unidas (CSA), que tiene el desafío de atender la tercera crisis masiva de hambre que enfrenta el planeta en los últimos 15 años. ¿Será capaz de poner en marcha los cambios estructurales necesarios para resolver esta deuda histórica de la humanidad?

 




Hasta ahora la implementación de las soluciones verdaderas a la crisis del hambre se ha quedado en promesas. “Hay en marcha una crisis perpetua de hambre. Casi todos los años más de 2000 millones de personas tienen inseguridad alimentaria moderada o severa. Actualmente tenemos casi 3000 millones de seres humanos que no pueden pagar por una dieta realmente saludable”, dijo este lunes desde Roma la co-coordinadora del programa de Soberanía Alimentaria de Amigos de la Tierra Internacional (ATI), Kirtana Chandrasekaran.

El CSA, que sesiona en el marco de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), es el espacio intergubernamental que debe dedicarse a discutir la seguridad alimentaria y la nutrición, y que debe implementar las medidas que aseguren la realización del derecho a la alimentación. Aunque el CSA se reúne casi todos los años, la de esta semana es la primer reunión cara a cara desde el inicio de la pandemia en 2020.

Kirtana reivindicó que es el CSA el órgano que debe promover las soluciones para superar la crisis del hambre. Además, advirtió que los grupos existentes de respuesta a esta crisis, incluso en el marco de Naciones Unidas, hasta ahora siguen la línea de la agenda neoliberal corporativa y se limitan a pensar cómo aumentar el rol de los mercados globales, brindar préstamos condicionales o financiamiento. “No hablan en absoluto de ninguna de las soluciones estructurales necesarias para atender la crisis alimentaria, ni de lo que realmente debe ocurrir para implementar el derecho a la alimentación”.

Aunque el mundo ha estado produciendo alimentos suficientes para dotar de una dieta adecuada a toda la población mundial, el hambre ha crecido desde 2015 porque nunca se ha atendido seriamente, según Kirtana. “Esto ocurre porque el sistema alimentario global liderado por el mercado neoliberal se ha transformado en dominante desde los años 70 y 80, y ha empujado a la mayoría del mundo a adoptar las tecnologías de la revolución verde, con foco en pocos granos, monocultivos, y con el respaldo de la producción industrial de alimentos”. “Eso nos ha dejado en una situación en la que muchos países que solían ser autosuficientes para producir sus alimentos, desde los 80 son dependientes de insumos externos, que provienen de un puñado de países”, agregó. Además, “nuestro sistema alimentario entero es extremadamente dependiente de energía y combustibles fósiles, y de otros insumos, por la naturaleza industrial de la producción”.

Estas características del sistema alimentario lo tornan particularmente vulnerable a factores incluso geopolíticos, como la guerra entre Rusia y Ucrania. Quedan en evidencia las fallas del sistema. Unos 30 países, explicó Kirtana, dependen de Rusia y Ucrania por al menos el 30 por ciento de sus importaciones de trigo. En África Oriental, alrededor de un tercio del consumo de cereales procede de productos de trigo y el 84 por ciento del trigo es importado especialmente de esos dos países europeos, cuando ni siquiera es un alimento con tradición en la región africana.

Kirtana añadió que el poder en el sistema alimentario industrial está altamente concentrado, dominado por pocos oligopolios que no buscan alimentar a la gente sino producir commodities agrícolas, como alimentos para animales, palma aceitera, a modo de ejemplos, con el lucro económico como objetivo. Esos commodities son además objeto de la especulación financiera, lo que lleva a su vez al aumento de los precios de los alimentos.

Consultada sobre las alternativas al sistema alimentario dominado por las transnacionales y el mercado, Kirtana aseguró que el problema no es la ausencia de soluciones. “El problema es por supuesto, como pasa usualmente, si hay o no el deseo de enfrentar esta especie de adherencia ideológica al neoliberalismo en el sistema alimentario, la falta de regulación del mercado y de inversiones en los servicios públicos”.

La co-coordinadora de Soberanía Alimentaria de ATI enumeró algunas soluciones inmediatas necesarias:

  • un apoyo humanitario culturalmente apropiado, que se enfoque en los/as productores/as familiares de alimentos y las comunidades locales;
  • regular y parar la especulación con los commodities de alimentos;
  • la cancelación inmediata de la deuda ilegítima de los países del Sur global, que no podrán invertir en servicios públicos o en protección social si tienen servicios de deuda millonarios que pagar;
  • una moratoria a los commodities agrícolas que no sean para alimentación;
  • gravar la riqueza corporativa extrema para poder financiar políticas sociales.

Para el largo plazo, hay otras medidas claves:

  • romper con la dependencia de la importación de alimentos, y para eso se necesita un plan para apoyar a los países para que puedan producir a nivel nacional sus propios alimentos, con políticas que apoyen la producción familiar y de pequeña escala;
  • implementar la soberanía alimentaria
  • limitar el poder corporativo, lo que implica atender la concentración oligopólica;
  • parar los acuerdos de libre comercio ilegítimos que promueven relaciones de dependencia Norte-Sur;
  • no permitir que la agricultura esté bajo la égida de la Organización Mundial de Comercio.

Esta semana se abre una nueva oportunidad para que el CSA asuma su responsabilidad de atender la crisis del hambre con soluciones de fondo, estructurales, y no repetir errores graves del último período. Para Kirtana, el CSA debe asegurar un multilateralismo genuino, que escuche a los/as afectados/as por el agronegocio en lugar de al lobby corporativo, y debe asegurar que se respeten los derechos humanos, enfrentando a los países poderosos, sedes de las grandes transnacionales de los alimentos, que frenan cualquier intento del mundo en desarrollo de ganar autosuficiencia alimentaria.

Puntos altos de la agenda de esta semana en Roma

ATI trabaja desde hace años en el CSA en el marco del Mecanismo de la Sociedad Civil y Pueblos Indígenas (MSCPI), que agrupa a cientos de organizaciones y movimientos sociales de todos los continentes que presionan a los gobiernos para la erradicación del hambre y la malnutrición, y a fin de que se asegure el derecho a la alimentación. Los une el paradigma de la Soberanía Alimentaria.

El MSCPI presenta estos días en el CSA un informe que lanzó a fines de septiembre, titulado “Voces desde los territorios 2: soluciones transformadoras a las crisis alimentarias sistémicas mundiales”, que sintetiza propuestas y recomendaciones surgidas de una consulta popular que el Mecanismo llevó adelante a lo largo de este año. La consulta se centró en los impactos del COVID-19, los conflictos y las crisis sobre el derecho a la alimentación y la soberanía alimentaria. Se recibieron 539 contribuciones de 63 países.

“El principal mensaje que surgió de las consultas es que la soberanía alimentaria basada en la agroecología proporciona la solución más sostenible a estas crisis. Garantiza el derecho a una alimentación sana y culturalmente apropiada, producida con métodos ecológicos y sostenibles”, resume un comunicado de prensa del MSCPI del 29 de septiembre.

Además, Kirtana subrayó que esta semana el MSCPI demandará que se renegocien en el CSA las llamadas “Directrices Voluntarias sobre la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres y las Niñas en el contexto de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición”, que han estado tratándose en los últimos años. Ese proceso “ha terminado de forma muy insatisfactoria y demandamos que haya más debates para incorporar realmente el lenguaje sobre enfoques transformadores de género, la interseccionalidad, los derechos de salud sexual y reproductiva, la violencia sexual y de género, la diversidad de género”.

 

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