Fuente, ITAE Psicología/2025: La sobreprotección se define como un acto de cuidado excesivo.
El acto de protección suele ser normal, natural, instintivo y necesario; ¿quién
no ha corrido alguna vez para apartar a un niño que se dirige hacia un paso de
peatones? Lo peligroso, es cuando este tipo de actitudes se repiten ante
cualquier actividad que realiza el niño.
¿Qué consecuencias tiene la sobreprotección en la edad adulta?
·
Sentimientos
de inutilidad y dependencia: si en lugar de sugerir y guiar, optamos por darlo
todo solucionado, supervisar en exceso o imponer, no vamos a permitir que el
niño desarrolle adecuadamente sus habilidades y capacidades, por lo que cuando
sea adulto, es probable que aparezcan sentimientos de inutilidad y dependencia,
que pueden favorecer que la autoestima sea baja y no tenga seguridad en si
mismo, y por tanto, que se desarrolle una excesiva timidez y falta de habilidades
sociales.
·
Miedos y
conductas evitativas: el adulto, fruto de su inseguridad y su sentimiento de
incapacidad, presentará miedo ante situaciones cotidianas que en realidad no
suponen un peligro, perdiendo muchas oportunidades por su tendencia a no
enfrentarse a los problemas ni a asumir responsabilidades.
·
Dejarse
manipular, poca iniciativa, pasividad: tendrá más facilidad para dejarse llevar
por el ambiente que le rodea y por las decisiones de los demás, tendiendo a
tener una actitud más pasiva, en lugar de tomar la iniciativa y decidir por él
mismo lo que le conviene o lo que desea. A la larga, esto también puede
llevarle a un desinterés por las personas y las relaciones sociales.
·
Por otro
lado, el haber crecido con escasos límites educacionales y obteniendo
fácilmente todo lo que se ha deseado, puede implicar que en la edad adulta no
se sepa dar valor a las cosas ni se tolere la frustración, apareciendo
conductas algo egocéntricas y poco empáticas.
En lugar de sobreproteger, lo ideal sería…
·
Dejar que
el niño viva dificultades y problemas, para que aprenda a encontrar soluciones
por sí mismo. Si le cuesta atarse los cordones de los zapatos, no le haremos un
favor atándoselos nosotros, es mejor que le guiemos y que le dejemos que
ensaye, para que acabe comprobando que es capaz de aprenderlo y hacerlo por sí
mismo.
·
Tratarle
de acuerdo a su edad. Si tiene la edad adecuada para comer solo, dormir solo,
ayudar en las tareas domésticas, ir solo al colegio, debemos empezar a dejar
que lo haga.
·
No
pretender supervisar, ni vigilar o controlar todo lo que hace el niño, se le
debe dejar un margen y un espacio propio. No podemos pretender saber
exactamente qué hace en el colegio, a qué juega con sus amigos, con quién sale,
a dónde va, etc.
·
Es
necesario poner límites claros en casa y darle responsabilidades domésticas al
niño. No se le debe dar todo lo que pida ni ahorrarle sacrificios, ya que es
más sano que aprenda que las cosas requieren un esfuerzo y que experimente la
satisfacción de la recompensa por haber sido capaz de hacerlas.
Si ya es
demasiado tarde y ahora nos encontramos con el problema de adultos, una terapia
psicológica es efectiva para aprender estrategias para el cambio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario