SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



lunes, 6 de abril de 2015

El SABER nos HARÁ LIBRES y SALUDABLES: 7 de los alimentos que nunca deberíamos comer o permitir que nuestros hijos lo hagan.

Todos tenemos muy claro cuáles son los alimentos más sanos. Con echar un vistazo a la famosa pirámide de la alimentación, sabemos que debemos tener una dieta rica en cereales, pastas, verduras y frutas, y tomar de manera moderada carne, pescado y lácteos. Pero aunque tenemos tan claro qué es lo saludable, no tenemos tan seguro lo que es nocivo para nosotros.
La revista Eat This, Not That! ha elaborado una lista con los alimentos menos saludables que existen, comidas que no deberían estar presentes en ninguna dieta, pero que lamentablemente están presentes de manera profusa en la publicidad, en los menús de determinados restaurantes y que incluso se sirven en comedores escolares.


1- Palomitas de maíz de microondas: Últimamente se ha puesto de moda recomendar este snack para matar el gusanillo entre horas. A priori, es un producto natural, fácil de preparar y que si no tiene ni sal ni mantequilla, no aporta excesivas calorías.  Pero el problema no está en el maíz en sí, sino en un químico que algunos fabricantes utilizan para las bolsas que contienen el producto, y que pueden contaminar lo que nos llevamos a la boca. 
El ácido perfluorooctanoico (PFOA), también conocido como C8 y perfluorooctano, es un sintético que es usado en la industria como revestimiento antiadherente -tanto para materiales de construcción como el teflón como para las bolsas de palomitas- es cancerígeno y tóxico para los animales y los seres humanos y permanece en el medio ambiente de forma indefinida.  Pero no solo hay problemas con esta sustancia. 
Las palomitas con sabor a mantequilla contienen diacetilo, un componente que daña las células nerviosas y aumenta el nivel de las proteínas beta-amiloides en el cerebro, que es un indicador de la enfermedad de Alzheimer.  Este tipo de problemas no se dan en las palomitas ‘tradicionales’, así que si queremos comerlas, lo mejor es hacerlas en una sartén, como toda la vida.


2- Golosinas de colores: Sobre todo para los niños. Y no porque se vuelvan locos con el chute de azúcar, sino porque determinados colorantes han sido relacionados con la aparición del trastorno por déficit de atención.  En concreto, los colorantes Amarillo No. 5 y Amarillo No. 6. En los países escandinavos han prohibido el uso de estos productos. Si queremos picar algo dulce, mejor que tomemos fruta, o una onza de chocolate. Pero si tenemos mono de chuches, deberíamos optar por las que sean más naturales. 

3- Gelatina o mermelada con azúcares añadidos: Otro de esos productos que están de moda por su bajo aporte calórico. Pero la pectina que suelen contener hace en nuestro cuerpo como una especie de imán de sustancias beneficiosas como el betacaroteno o la luteína, las ‘secuestra’ y las elimina de nuestro sistema antes de que las podamos absorber y beneficiar de ellas. Lo mismo ocurre con las mermeladas que contienen pectina. Una opción saludable es crear de manera casera la mermelada. O directamente, machacar las fruta y crear una pasta. No es lo mismo, pero es muchísimo más sano.


4- Refrescos Light: Cuando tomamos una de estas bebidas, estamos evitando el subidón de azúcar de las ‘versiones originales’. Pero aunque no engordemos y nuestros dientes nos lo agradezcan, también estamos sometiendo a nuestro organismo a una sesión nada recomendable: los que saben a limón contienen una sustancia llamada BVO que causa infertilidad; los que saben a cola tienen colorantes que han sido relacionados con cáncer; y prácticamente todos tienen aspartamo, un edulcorante artificial que dispara los niveles de glucosa en sangre y hace que cualquier azúcar que consumamos se convierta casi automáticamente en grasa.
Tanto Coca-Cola como Pepsi han decidido eliminar el BVO de sus productos, pero el aspartamo sigue presente en varios de ellos. Así que lo más sano si queremos refrescarnos sigue siendo tomar un té o un café con hielo.


5- Cereales procesados que tengan vitaminas añadidas: Los cereales procesados de desayuno, los que vienen en caja de cartón y se compran en supermercado, muchas veces se anuncian como si fueran un superalimento que contiene multitud de vitaminas. Pero muchas de ellas son artificiales, añadidas después de que el producto haya sido tratado para que tenga sabor, por lo que difícilmente llegan a nuestro organismo. Algunas de ellas incluso desaparecen al mezclarse con la leche. 
Pero lo único que permanece es el azúcar. Si además, son cereales para niños, muchas veces contendrán colorantes, unas sustancias que pueden provocar serios problemas, como el BHT o Butil hidroxitolueno (E-321) es un antioxidante sintético procedente de la industria petrolera que al entrar en contacto con nuestros estómagos, disparan el crecimiento anormal de células. La alternativa más sana es consumir cereales integrales, que no contengan ni azúcares, ni colorantes ni vitaminas añadidas.


6- Crema de leche: Un clásico de los aviones: para ahorrar en leche, las compañías ofrecen este producto concentrado, que muchas veces contiene dióxido de titanio, un sustancia que se ha demostrado provoca cáncer de hígado en ratones. Además, estas cremas suelen ser ricas en grasas hidrogrenadas, que disparan nuestro colesterol, con el gran riego que eso supone para la salud. Nada mejor que tomar el café solo o aderezarlo con leche de verdad. Nuestro cuerpo nos lo agradecerá.



7- Carnes procesadas: Bacon, salchichas, filetes de bandeja de supermercado Muchos de estos productos están hechos de carnes procesadas, que provienen de diferentes animales -aunque pertenecen a la misma especie-, y utilizan químicos para ‘pegar’ los restos y darles una apariencia uniforme. 
Por no hablar de la sal o de los colorantes o conservantes que se les hecha. Para evitar daños a nuestro organismo, lo mejor es buscar en el envoltorio que la carne está libre de nitratos, o mejor aún, comprarla en el carnicero y ver de qué pieza sale nuestro filete o nuestra panceta.

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