Aprender
a estar con uno mismo no es tarea fácil. Sin embargo, saber disfrutar de
nuestra propia compañía puede ser enriquecedor y transformador. ¿Cuál es el
secreto para sentirnos cómodos con nosotros mismos y aprovechar al máximo esos
momentos de introspección?
El secreto de la felicidad sigue siendo un misterio
sin resolver, y puede que nunca lleguemos a descubrirlo. Sin embargo, encontrar
la forma de sentirse bien con uno mismo es un objetivo más alcanzable, con
respuestas más prácticas y al alcance de todos. Filósofos de todo el mundo han
reflexionado sobre este asunto. Por ejemplo, Michel de Montaigne consideraba
que lo más importante del mundo era saber estar con uno mismo. El
pensador francés sostenía que el cuidado de uno mismo mediante el
autoconocimiento era una de las tareas más relevantes que debían ocupar la
preocupación humana.
Antes de profundizar en las características y
desafíos de sentirse bien con uno mismo, es fundamental diferenciar entre «estar solo» y «estar con uno mismo». La soledad es uno
de los grandes retos de nuestros tiempos. Vivimos en una era en la que la tendencia del hiperindividualismo ha llevado a muchas personas
al aislamiento, hasta el punto de no tener a nadie con quien
compartir sus experiencias o sentimientos.
Esta soledad representa un grave problema social
que debe abordarse con políticas y medidas específicas que fomenten la conexión
y el apoyo comunitario. Por otro lado, aprender a estar con uno mismo es un
proceso introspectivo y personal. Es una habilidad que, aunque puede parecer
similar a la soledad, se basa en la capacidad de disfrutar de nuestra propia
compañía y de encontrar paz en la introspección, algo que, como sugiere el
propio término, solo podemos desarrollar por nosotros mismos.
El poeta español Basilio Sánchez dijo: «Siempre encontré en mí mismo mi tiempo más intenso, mi habitación
más amplia». Y es que estar solo puede ser una gran habitación, pero
si no se habita correctamente, puede llevar a grandes sentimientos de
aislamiento y tristeza, así como generar las circunstancias perfectas para la
depresión o la ansiedad social. Por ello, una de las consideraciones más
valiosas para saber estar con uno mismo es ser consciente de lo que nos gusta
hacer y de lo que no. Parece algo obvio, saber lo que nos gusta, pero muchas
veces estamos tan acostumbrados a las presiones sociales o a los requerimientos
de nuestra vida en sociedad que nos olvidamos de lo que realmente disfrutamos
haciendo cuando nadie está mirando.
Puede ser escribir, pintar, ir en moto o nadar en
el mar. Puede ser disfrutar de una buena película o libro, cuidar una planta,
practicar un deporte o aprender a cocinar. Hay muchas formas de estar solo,
pero solamente nos sentiremos en esta gran habitación de la que habla el poeta
si somos capaces de habitarla bajo nuestras propias reglas y condiciones.
Sin embargo, aunque es importante saber lo que nos
gusta, a veces, incluso así, las personas que pasan mucho tiempo consigo mismas
terminan aburriéndose. Por ello, es decisivo combinar el tiempo
de estar con nosotros mismos con otras actividades sociales o deportivas,
para no caer en rutinas que puedan conducir al aburrimiento. En este sentido,
planificar nuestro tiempo libre después del trabajo es esencial, así como
desarrollar una mayor autocomprensión de cuánto tiempo podemos necesitar o
disfrutar autónomamente y cuánto necesitamos pasar con otras personas.
Otro pilar fundamental para ser capaces de saber estar con
nosotros mismos y disfrutarlo es trabajar en aquellas ideas nocivas que hacen
que sintamos que, al no estar con nadie, nos falta algo. Es primordial, en este
sentido, trabajar la autoconfrontación y
practicar la aceptación y compasión hacia uno mismo, no solamente para desligarnos de la dependencia que muchas
veces tenemos respecto a la compañía ajena, sino también para construir mayor
autoestima y confianza, y así conseguir un nivel de independencia emocional que nos permita ser felices sin necesidad de
refuerzos externos.
Por último, hay que cambiar la narrativa social sobre estar
solo. Muchas veces entendemos que estar solo es algo negativo, que puede
deberse a algún problema personal o a la incapacidad de estar en grupo o de ser
aceptado por una comunidad. Sin embargo, la independencia personal es
importante y permite a las personas estar en mayor consonancia con lo que
quieren y desean, así como evitar sentirse mal en un grupo de
personas. Por ello, es imperativo comprender, también desde el colectivo, que
estar solo no solo es necesario, sino también deseable e imprescindible. Porque
como recuerda Gabriel García Márquez, «la soledad no es la distancia entre nosotros y los
demás, sino la distancia entre quiénes somos y quiénes queremos ser».
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