** Reflexiones en vacaciones de verano-
La
ingratitud es la actitud contraria al agradecimiento, muestra la actitud distante y poco considerada
de una persona que no valora los gestos de los demás o los detalles positivos
que alguien haya podido tener hacia él. De este modo, una persona que es
ingrata olvida con facilidad estos detalles.
Se
considera una persona ingrata a aquella que tras haber recibido ayuda de
alguien, olvida pronto esta ayuda y no corresponde del mismo modo en caso de
que la situación sea a la inversa. Una persona ingrata responde con
indiferencia hacia este tipo de comportamientos que la persona agradecida
valora tanto.
La gratitud parte de la humildad de
reconocer que todo ser humano puede necesitar ayuda en algún momento pero
también, debe de tener la misma humildad para ofrecer esta ayuda. Por el
contrario, la ingratitud muestra el deseo de autosuficiencia que
surge de la soberbia.
Falta de empatía
La persona que es ingrata puede serlo incluso con los familiares
y amigos más cercanos, en ese caso, carece de la empatía suficiente para ponerse en el lugar del otro.
La ingratitud también se muestra por un diálogo emocional carente de términos
clave como gracias, lo siento y por favor.
Una persona ingrata decepciona al otro ya que con su actitud
hiere las buenas intenciones de aquel que ofreció su ayuda en algún momento.
Así como el amor es un sentimiento que puede ser correspondido o no serlo, del
mismo modo, la gratitud es un sentimiento que puede darse de forma mutua entre
dos personas. Así ocurre, por ejemplo, cuando dos amigos que se sienten bien juntos
se sienten agradecidos por poder contar el uno con el otro. Sin embargo, la
ingratitud muestra la falta de correspondencia en este sentimiento.
No existe correspondencia
Cuando
la ingratitud se convierte en un estilo de vida entonces la persona se encierra
en sí misma y su situación deriva en soledad y en aislamiento porque los demás
se alejan poco a poco.
La gratitud es un sentimiento necesario que ayuda a mantener el
orden en las relaciones personales. Por ejemplo, es un signo de respeto que los hijos tengan gratitud hacia aquello
que sus padres hicieron con ellos y tengan la capacidad de prestar la misma
atención y cariño a sus padres cuando son mayores y requieren cuidados.
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