SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



domingo, 6 de septiembre de 2020

¿Para que sirven nuestras HUELLAS DACTILARES?

 

Un poco de historia: En 1910, Thomas Jennings escapó de una escena del crimen dejando una pista que marcaría su destino: una impresión perfecta de sus huellas dactilares en la pintura seca de una baranda ubicada en la parte exterior de la casa donde había cometido el asesinato.

Las huellas dactilares de Jennings fueron las primeras en ser usadas en Estados Unidos como evidencia en una investigación criminal, y condujeron a su condena por homicidio en 1911.



Desde ese momento hasta ahora, las huellas dactilares continúan siendo una evidencia crucial en las investigaciones forenses. Estos marcadores de identidad únicos son tan ideales para la lucha contra la delincuencia, que es casi como si por eso que existen.

Y aunque el tema de este artículo no es precisamente el crimen, sí nos lleva a plantearnos esta pregunta: ¿Por qué tenemos huellas dactilares y para qué propósito biológico sirven?

Las huellas dactilares y la fricción

Resulta que históricamente los científicos han estado en desacuerdo con la respuesta. Según afirma Roland Ennos, investigador de biomecánica y profesor visitante de biología en la Universidad de Hull en el Reino Unido:

Ennos ha dedicado parte de su carrera a investigar la primera idea: que las huellas dactilares nos dan agarre. Durante mucho tiempo, esta ha sido la teoría guía, que las minúsculas ondulaciones de las huellas dactilares crean fricción entre nuestras manos y las superficies que tocamos. Una parte de la evidencia que respalda esta teoría es que las yemas de los dedos podrían funcionar como los neumáticos de goma en los coches, cuya naturaleza flexible les permite adaptarse a la superficie por la que se desplazan.



 En los neumáticos, esta flexibilidad se combina con bandas de rodadura que decoran su superficie, y esto amplía la superficie del neumático, aumentando también la fricción y la tracción. Ennos quiso investigar qué tan bien se sostendría esta idea en un experimento de laboratorio. 

Para averiguarlo, los científicos deslizaron una lámina de vidrio acrílico seco (Perspex®) a través de las yemas de los dedos de una persona, variando la fuerza en distintos intentos y usando tinta de huellas dactilares para determinar cuánto del área de la carne estaba tocando el vidrio.

Sorprendentemente, estos experimentos revelaron que el área real de contacto se redujo por las huellas dactilares, porque no se produjo contacto entre los canales de las almohadillas y el vidrio acrílico. En otras palabras, en comparación con la piel lisa que cubre el resto del cuerpo, “las huellas dactilares deben reducir la fricción, al menos en superficies lisas”.

Según el investigador, esto no desecha por completo la idea de que las huellas dactilares ayudan al agarre. Se cree que podrían ayudarnos a agarrar superficies en condiciones húmedas. Por ejemplo, los canales de nuestras huellas dactilares absorben el agua al igual que lo hacen los canales de los neumáticos de los coches, evitando que se deslicen sobre una superficie. Sin embargo, esta idea es más difícil de probar porque resulta complejo imitar perfectamente el comportamiento de las huellas dactilares humanas en estas condiciones. Pero existe la otra teoría, que podría tener mayor sustento: el papel de las huellas dactilares para ayudar al tacto.

¿cuál es el beneficio de tener esas yemas de los dedos hipersensibles?

Durante milenios, nuestras manos han sido herramientas cruciales para encontrar y comer alimentos, y nos han ayudado a navegar por el mundo. Esas tareas están mediadas por el tacto. La sensibilidad a las texturas, en particular, podría ser evolutivamente beneficiosa porque nos ha ayudado a detectar el tipo correcto de alimentos.

Para darle peso a la idea, Debregéas señaló que la combinación de huellas dactilares y corpúsculos de Pacini también existe en otros animales como los chimpancés y los koalas, que en parte dependen de la sensibilidad táctil como ayuda para encontrar su comida. Sin embargo, el experto enfatizó que su experimento no es prueba de que las huellas dactilares evolucionaron para este propósito. Pero es una tesis convincente y elegante, no es para menos. 

Por ejemplo, si algo se resbala mientras lo sostienes, necesitas ser capaz de detectar el cambio en su superficie con las sensibles yemas de los dedos, con el fin de mantenerlo agarrado. Así entonces, Debrégeas cree que es posible que nuestro fino sentido del tacto y agarre preciso en realidad coevolucionaron.

Parece que  ofrecer pruebas forenses irrefutables a los detectives y la policía, por ahora, nuestras huellas dactilares siguen siendo algo así como un enigma.

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