En Argentina la llamamos Santa Rita, aunque en algunos círculos se prefiere el más distinguido nombre de buganvilia. En España, país mucho más dado al santoral que el laico paisito —y a pesar de ello—, el nombre buganvilla es el más frecuente. Buganvilia y buganvilla son nombres registrados en el diccionario la Real Academia Española, siempre dispuesta a castellanizar los préstamos de otras lenguas.
Ambas denominaciones
refieren al nombre científico de la planta, Bougainvillea,
bautizada en honor a Louise Antoine de Bougainville, comandante y patrocinador
de la primera expedición francesa alrededor del mundo (1766-1769), realizada
con motivo de la entrega de las islas Malvinas a la corona española.
La travesía fue, también, un emprendimiento
científico y entre las numerosas colectas botánicas que se hicieron, se
encuentra la muestra de herbario más antigua de Bougainvillea
spectabilis, recogida durante una escala en Río de Janeiro.
Si las plantas cantaran, la Santa Rita sería, sin dudas, una soprano. Una soprano en flor los 365 días del año, no solo por su prolongado período de floración —en algunos ambientes efectivamente florece todo el año— sino también porque se trata de una planta cultivada en parques y jardines de zonas cálidas y templadas de todo el mundo.
Bien puede crecer
recostada en las blancas paredes de las islas griegas y decorar una puerta azul
en Mykonos como alumbrar con notas fucsias un ya colorido muro en Antigua
Guatemala. En el Mediterráneo o en los húmedos trópicos, en las ciudades jardín
o las barriadas, la santa Rita se siente como en casa. Mientras tenga sol
suficiente, jamás desentona.
La santa Rita no es una sino muchas. Entre las
buganvilias cultivadas como plantas ornamentales existen tres especies e
innumerables híbridos naturales e inducidos. Las tres especies originales son:
Bougainvillea spectabilis Willd.
Bougainvillea glabra Choisy
Bougainvillea peruviana Bonpl.
Las dos primeras ocurren naturalmente en amplias
zonas de Brasil —desde la Amazonia a los bosques costeros del sur— y son endémicas de ese país. Bougainvillea peruviana, como lo indica su
nombre, es nativa de Perú, y también de Ecuador y Colombia. La distinguida
buganvilia es naturalmente sudaca y ampliamente tropical.
Aunque las especies y variedades híbridas son
difíciles de diferenciar entre sí, las santa Ritas son fácilmente reconocibles,
si no por sus flores —pequeñas y discretas— por sus coloridas brácteas. Las
flores propiamente dichas, de color crema o amarillento, crecen en grupos de
tres
sostenidas por estructuras similares a pétalos —las
antedichas brácteas— que cumplen la doble función de atraer a los polinizadores
y servir de alas para que las semillas vuelen una vez que el fruto madura y la
flor se seca.
Como corresponde a toda diva que se precie, la
santa Rita sabe rodearse de bellas compañías. Sus flores son psicófilas, esto
es, ‘amigas de las
mariposas‘ y son éstos revoloteantes lepidópteros los encargados de
polinizarlas.
Resulta curioso que esta
espectacular y voluptuosa trepadora lleve el nombre de una devota tan sufrida
como santa Rita. Tal vez su tolerancia a períodos de sequía y su estoica
fortaleza inspiraron el nombre. Aunque probablemente hayan sido sus espinas,
que conocemos bien quienes hemos tenido que podar ejemplares crecidos y que más
que hablarnos de la santidad nos dicen claramente que estamos frente a una
guerrera.
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