El
debate político sobre un impuesto a las grandes fortunas se impone como una
discusión pública en varios países del mundo durante la crisis económica por la
pandemia de coronavirus. Con diversos matices pero con un mismo eje, que un
sector resigne parte de sus riquezas para contribuir a un reparto más
equitativo, ya son cinco las naciones de la región que lo plantean (entre ellos
Brasil y Chile) y al menos seis en otros países del mundo (Rusia y Reino Unido
como ejemplo).
Quienes
pregonan el impuesto insisten con la idea de abandonar un sistema regresivo
para implementar un esquema progresivo. Esto implica establecer un tributo a
quienes más tienen con la finalidad de que tengan mayor aporte en la
recaudación del Estado y eliminar aquellas cargas que cobran las mismas
alícuotas tanto a sectores de ingresos altos como de recursos bajos.
A
partir de los efectos colaterales del aislamiento por el Covid-19, el planteo
de distintos sectores políticos y sociales en cada país, apela a que el
accionar del Estado revierta o al menos compense la situación de desigualdad
económica. Esa tarea tiene dos pilares: la forma de recaudar y las decisiones
de ejecución del gasto.
La
propuesta de impuestos a las grandes riquezas no es exclusividad de Argentina,
que por esto días se acerca al tratamiento en el Congreso de la Nación: en
distintos países de Europa y de América Latina existen propuestas que avanzan
en pos de una mayor justicia tributaria, apuntando a recaudar más de parte de
quienes más poseen.
De
hecho, el presidente Alberto Fernández recordó días atrás una anécdota de su
encuentro con la canciller alemana, Ángela Merkel, quien durante su gira
europea le preguntó: “Nunca entendí por qué en la Argentina los ricos no pagan
más impuestos”. Y valga recordar que el propio país teutón instauró un impuesto
a la riqueza ante la crisis posterior a la Segunda Guerra mundial.
El
Centro de Economía Política Argentina (Cepa) analizó doce casos particulares.
Cinco de ellos corresponden a países europeos donde el gravamen a los altos
patrimonios forma parte del debate público en el marco de la pandemia de
Covid-19 y hay otros seis casos de países de América del Sur donde se registran
propuestas en el mismo sentido. En Estados Unidos, el debate también tuvo lugar
en el marco de la contienda electoral presidencial de este año.
Europa
Los
casos donde los oficialismos han planteado el tributo a los grandes patrimonios
corresponden a España –el sector de Podemos que integra la alianza de gobierno–
y a Rusia, donde la idea fue mencionada por el propio mandatario Vladimir
Putin. En ese último caso, la propuesta está dirigida a gravar los pagos de
dividendos e intereses que las empresas rusas hacen a las cuentas bancarias en
el extranjero de sus propietarios. Se trata de los intereses de los depósitos
bancarios rusos y los bonos que superen 1 millón de rublos (13 mil dólares).
En
el resto de los casos de Europa el debate se da a partir de propuestas
de las oposiciones políticas a los oficialismos: en Reino Unido se trata
de sectores del Partido Laborista, en Suiza es un partido de izquierda (PST-POP)
y en Italia es una parte del Partido Democrático que pareciera no haber logrado
consensos sobre el conjunto de la alianza gobernante.
América Latina y la región
En
la región, a diferencia de lo que ocurre en Argentina, son las oposiciones las
que lideran las propuestas. En Brasil hay 4 proyectos presentados en el Senado,
y particularmente impulsadas por dirigentes del PT. Manifiestan que es una
iniciativa que tiene apoyos de otros partidos como PSDB y de la izquierda, y
también de la central sindical CUT.
En
Perú hay dos partidos, Nuevo Perú y Frepap, con presencia institucional en el
Congreso que elaboraron proyectos. En Bolivia el sector del MAS liderado por el
candidato Luis Arce tiene una propuesta en elaboración. En Chile desde el rol
institucional de Camila Vallejo como diputada se elaboró una propuesta por
parte del Partido Comunista y se evalúa presentarla al congreso. En Ecuador es
un asambleísta del sector alineado a Rafael Correa, del Movimiento Ciudadano,
que empuja la iniciativa –Pabel Muñoz–.
Se
destaca, como caso interesante, que en Estados Unidos durante la pre-campaña
presidencial en 2019, el demócrata Bernie Sanders propuso un Impuesto a la
Riqueza Extrema y también la senadora del mismo espacio, Elizabeth Warren,
propuso un impuesto a los “ultramillonarios”. No obstante, su derrota en las
primarias limitó las posibilidades de esta idea.
El antecedente en Alemania:
En
Alemania la historia del impuesto solidario (Soli) tuvo como objetivo principal
la reconstrucción de la Alemania unificada tras la caída del Muro de Berlín,
interpretándose esto como favorecer a los sectores más postergados (Alemania
Oriental) respecto de los más desarrollados (Alemania Occidental). Esta
recaudación adicional permitió reactivar la economía, en lugar de aplacar la
inversión como suele sostenerse desde algunos sectores liberales como argumento
crítico a la tributación.
El
impuesto consiste en un recargo al Impuesto a la Renta (lo que en Argentina
sería el impuesto a las ganancias de las 4 categorías) e implica un adicional
de 5,5% sobre la alícuota vigente de dicho impuesto, pero sólo para los de
mayores ingresos. El impuesto, que se ha sostenido durante 30 años, tuvo hasta
ahora un límite relativamente bajo y la reciente decisión de Alemania no fue
eliminarlo sino mantenerlo sólo para un segmento acotado, el de mayores
ingresos.
Es
decir, se mantendrá con similares características para los ingresos más altos:
alrededor del 3,5% de los contribuyentes continuará tributando el monto total.
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Fuente: elciudadanoweb.com
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