«Tanto la inteligencia innata
como las experiencias de la vida pueden proporcionar una reserva en forma de
habilidades cognitivas que permiten a algunas personas tolerar mejor que a
otros los cambios patológicos del cerebro» – Yaakov
Stern, 2002.
Como ya te hemos explicado en ocasiones anteriores, la reserva
cognitiva es como un capital mental que, cuanto mayor
sea, más ayudará a compensar los efectos en la eficiencia de nuestras
capacidades cognitivas. Es decir, el deterioro que sufre el cerebro con el paso
de los años puede ralentizarse. Eso sí, para ello debemos adoptar en nuestra vida una serie de hábitos.
Luchar contra el envejecimiento cerebral:
En
los últimos años, gracias a diferentes estudios sobre esta temática, sabemos
que el volumen cerebral ha ido perdiendo fuerza como variable relacionada con
la reserva cognitiva. Otras actividades como la complejidad laboral, el bilingüismo, la estimulación cognitiva
o una alimentación saludable han cogido fuerza para frenar
el envejecimiento del cerebro. Por eso, a continuación, queremos explicarte el
motivo:
Complejidad laboral:
La
actividad profesional puede tener una mayor eficiencia en la actividad de determinados
sistemas funcionales neuronales o la capacidad de utilizar redes neuronales
alternativas. Como demostración de esta hipótesis nos encontramos con estudios
como el desarrollado por Andel y cols, en 2006, en pacientes con Alzheimer. En
él se demostraba que aquellas personas con ocupaciones más complejas o
exigentes mostraban mayor extensión de patología cerebral antes de que la
gravedad de la demencia pudiera ser determinada y controlada.
Por citar otro estudio, nos encontramos el de Potter, Helms, Burke y cols.
(2007) realizado engemelos. Éste, concluía que
los que habían tenido una profesión con mayor demanda de razonamiento, matemáticas,
lenguaje… tenían un menor riesgo de demencia.
Estimulación cognitiva:
Podemos
realizar una estimulación
cognitiva, por ejemplo, a través de la lectura. Para hacer esta
actividad se necesita la concentración, ejercitar la memoria y nos permite
dejar volar la imaginación. Pero también se puede conseguir dicha estimulación
realizando nuevos retos. No se trata de convertirnos en grandes aventureros,
simplemente, es suficiente enfrentarnos a un nuevo idioma, completar un sudoku o resolver un
juego de lógica…
Por otro lado, también podemos realizarla rompiendo rutinas. En este caso
estaríamos hablando de acciones simples como cambiar el sitio al que siempre
vas a comprar y buscar otro nuevo establecimiento, cambiar la ruta que haces
todos los días para ir a trabajar o relacionarte más con los amigos. Todos estos
supuestos son ejemplos asequibles de estimulación cognitiva.
En referencia a estudios relacionados con los beneficios de la estimulación
conginitiva nos encontramos con la investigación de Soto-Añari,
Flores-Valdivia y Fernández-Guinea, en 2013. Este estudio demostró que el nivel
de lectura mejora el rendimiento en las funciones ejecutivas en los adultos
mayores. Aquí se considera esta actividad un predictor confiable del desempeño
de las funciones cognitivas superiores en el envejecimiento.
Otro ejemplo es la teoría de Tartler. En su investigación sostiene la hipótesis
de que únicamente lleva una vida satisfactoria la persona con una actividad
permanente, capaz de ejecutar algo útil para otros individuos. Esta teoría fue
soportada por evidencia empírica, según los estudios de Havighurst et al (1967,
citado por Lehr y Thomae, 2003) y mostró que aquellas personas con más
adaptación manifestaban una mayor actividad. Así pues, estos
investigadores concluyeron que un envejecimiento sano está en relación con
mantener una vida activa y una continua interrelación interpersonal.
Alimentación saludable:
«Men sana, in corpore sano».
El cerebro sano,
requiere de una serie de nutrientes para funcionar correctamente. Aquí radica
la importancia de la alimentación saludable, ya que en función de los
nutrientes que reciba nuestro cerebro, su actividad será diferente. Y es más,
la composición de cada comida tiene un efecto directo en nuestro cerebro.Un nuevo estudio realizado en Escocia parece confirmar los beneficios de la dieta mediterránea, en este caso centrados en la salud cerebral. Los investigadores recogieron información dietética de 967 personas de 70 años que no padecían demencia. Incluso después de tener en cuenta otros factores que podrían afectar al volumen cerebral (como el nivel educativo, la diabetes, la hipertensión o la edad), las personas que seguían más de cerca los hábitos alimentarios habituales de los países mediterráneos mantenían un volumen cerebral mayor
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