Enseñar el valor de la amistad a los
niños les ayuda en su desarrollo y les permite cultivar habilidades para vivir
en armonía con la sociedad y constituir su propia identidad. Una de las relaciones
sociales más estrechas y maravillosas que cualquier persona puede
desarrollar es la amistad. Sin embargo, ¿qué puede decirse en el caso de los
pequeños?, ¿por qué es importante enseñar el valor de la amistad a los niños?
Dicho
de otra manera, ¿por qué es importante favorecer la socialización de los niños?
¿En qué repercute cara a su desarrollo socio-emocional?
Qué es la amistad
De
acuerdo a la Real Academia Española (RAE), la amistad se define como “afecto
personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona que nace y se
fortalece con el trato». Dicho de otra manera, las amistades son relaciones entre
dos o más personas que implican dar y recibir de manera
voluntaria y afectuosa a lo largo del tiempo.
A veces la interacción social puede ser distinta de una
persona a otra. De hecho, puede que nuestro concepto de “amistad” en realidad
no sea el más atinado.
Pensar
en ello es importante porque, si queremos enseñar el valor de la amistad a
los niños, debemos conocer cuáles son sus principios fundamentales.
Por esa razón te compartimos 9 de las características sobre las que podría
basarse una relación de amistad.
·
Aceptación del otro.
·
Sinceridad y lealtad.
·
Confianza mutua.
·
Creación de vínculos afectivos.
·
Comunicación profunda e intensa.
·
Interés y sensibilidad hacia el otro.
·
Cuidados y apoyo emocional.
·
Empatía.
·
Proximidad física.
De acuerdo con un artículo publicado en la
revista Investigación en la Escuela, “las relaciones de amistad son
esenciales para el desarrollo intelectual, afectivo y social de las personas a
lo largo de todo el ciclo vital”. Este punto es de vital
importancia, pues el impacto de las relaciones de amistad
durante la infancia influyen en la conducta social que
desarrollará el sujeto en la adolescencia y madurez.
Por
otra parte, si los niños no cultivan amistades pueden sufrir conflictos
emocionales y mentales. De hecho, estas carencias se
asocian a comportamientos delictivos durante la juventud, o a la psicosis, entre
otros problemas psicológicos.
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