Chambord es
el símbolo del poderío del rey Francisco I, quien hizo de este pabellón de caza
uno de los más bellos castillos del Renacimiento.
El rey Francisco I dispuso la construcción del Castillo de Chambord en 1519 sobre tierras pantanosas,
a orillas del río Cosson y en el centro de un bosque rico en caza, para
transformarlo en «un bello, grande y suntuoso edificio». Un edificio que
debía permitirle satisfacer su pasión por la caza. Fascinado y fuertemente
influenciado por las artes y los artistas italianos, mandó construir un
castillo en el que se mezclaran las influencias francesas
e italianas.
Como consecuencia de la sexta guerra de Italia, que culminó con la derrota de Pavía, las obras debieron suspenderse entre 1522 y 1526. Al regreso de Francisco I, se reanudaron durante veinte años sin interrupción, hasta su muerte acaecida en 1547.
En
1539, el emperador Carlos V es
recibido por el rey en el que solo era, en aquel entonces, el torreón
en construcción. A este primer edificio se añadirán, al este, el ala
llamada «real» (ala de los aposentos del rey) y al oeste, el ala de la
capilla, continuada durante el reinado de su hijo Enrique II y
de su nieto Carlos IX. El conjunto arquitectónico tal y como hoy se
conoce será terminado por el rey Luis XIV en 1685.
Una arquitectura
única
El castillo está construido en base al
modelo de las fortalezas medievales,
con un edificio central de planta cuadrada, el donjon, provisto de
cuatro torres de esquina. Dentro de este, encontramos cinco
niveles habitables construidos en base al mismo modelo: cuatro
apartamentos cuadrangulares y cuatro apartamentos en las torres
redondas por nivel.
La
escalera doble se encuentra en el centro del edificio. Esta da acceso a la
primera planta (aposentos históricos), a la segunda planta (dedicada a la
temática de la caza y a la animalística) y a la gran terraza,
coronada por la torre-linterna y
la flor
de lis, símbolo de la monarquía francesa.
La escalera de doble hélice
Se
trata de una curiosidad arquitectónica que ha contribuido a la
fama de Chambord. El principio es a la vez sencillo y
sorprendente: dos escaleras que giran en el mismo sentido pero que nunca se
cruzan. De este modo, se pueden subir o bajar los peldaños sin
cruzarse con las personas que utilizan la otra escalera.
Nos
gusta pensar que el ingeniero y arquitecto de esta doble escalera fue Leonardo
da Vinci. Y es que Francisco I y el artista italiano sentían
un gran apego mutuo. Se conocieron en Boloña, Italia, antes de que el
rey Francisco I invitara a Leonardo da Vinci a instalarse en el valle
del Loira, más precisamente, en la mansión de Clos-Lucé, en Amboise, donde el artista muere
en 1519.
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