SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



martes, 20 de septiembre de 2022

¿SOMOS MASOQUISTA LOS HUMANOS? El “oscuro” hábito de consumir malas noticias compulsivamente.

 

Como escritora de comedia en Los Ángeles, Bernstein necesita zambullirse en Twitter y en páginas de noticias en busca de material.

Pero su trabajo no es solo lo que le hace estar pegada al teléfono: es la obsesión del llamado doomscrolling, un término de difícil traducción al español que alude a la obsesión por consumir noticias (generalmente malas), arrastrando a través de una fuente de noticias sin pausa, sin importar cuán malas sean éstas o cuántos comentarios de trolls lee en el camino.



 

"Me topé a mí misma de noche en la cama navegando páginas de noticias, sabiendo que no era saludable para mí… así que, ¿por qué lo hago?", reflexiona Bernstein.

Es una pregunta que muchos doomscrolles, aquellos que ejercen esta práctica, se han estado haciendo. Hay múltiples razones por las que la urgencia por leer puede ser tan fuerte: el sentimiento de seguridad ante un mayor conocimiento, especialmente durante momentos difíciles; el diseño de las plataformas de redes sociales que constantemente actualizan y dan más espacio a los que hacen más ruido; y, por supuesto, la fascinación humana.

"Es como no ser capaz de desviar la mirada de un accidente de tráfico", describe Bernstein.

Más allá de que nuestra intuición nos indique que el doomscrolling nos hace sentir fatal, los estudios realizados durante la pandemia lo han corroborado, vinculando la ansiedad y la depresión con el consumo de noticias relacionadas con la covid-19 y un mayor tiempo dedicado a los celulares.

Así que, ¿por qué seguimos scrolling o deslizando sin parar? ¿Y por qué esta práctica puede resultar extrañamente tranquilizadora?

¿Puede haber sorprendentes ventajas en mantener nuestra vista pegada a la pantalla?

El "placer" del "doomscrolling"

La mayoría de nosotros dedicamos parte de 2020 al doomscrolling, tanto que el Diccionario de Inglés de Oxford lo nombró la palabra del año, e incluso la incluyó en su diccionario.

Pero el doomscrolling no es realmente un comportamiento nuevo.

Pese a que el término parece haber pasado a formar parte del léxico público a principios de 2020, alrededor de los primeros confinamientos por la covid-19, el público lleva tiempo manteniendo la mentalidad de "no puedo evitar no mirar un accidente de tráfico" que mencionaba Beirnstein cuando se trata de consumir noticias.

"El precursor de buscar eso online fue la gente mirando las noticias de las 11 de la noche, era aterrador", explica Dean McKay, profesor de psicología de la Universidad de Fordham, en Nueva York, que se especializa en comportamiento compulsivo y desórdenes de ansiedad.

Ese "terror", visto desde el confort del hogar del espectador, sin embargo, tenía un efecto potencialmente calmante.

McKay describe esa actitud como la de gente reconociendo que "las cosas están muy mal, [pero] yo estoy cómodo, así que voy a poder dormir bien esta noche sabiendo [que puedo sentirme bien sobre] mi situación en la vida".

 

VER NOTICIAS POSITIVAS: Un día de deslizar y encontrar noticias positivas no puede necesariamente eliminar o contrapesar los hábitos que nos hemos creado durante meses de doomscrolling y sus efectos negativos en nuestro bienestar mental.

Sin embargo, entender que el scrolling de buenas noticias nos aporta satisfacción podría ayudarnos a ser más conscientes de cómo nuestras prácticas online nos afectan emocionalmente, la clave -según Rutledge- de cambiar nuestro comportamiento.

Linton, por su parte, ha bloqueado a gente que, según dice, se ha dado cuenta que "no le aporta información valiosa" a sus redes sociales y ha tratado de organizar su cuenta de Instagram para que esté llena de cuentas con contenido más positivo: el tipo que le hace sentir bien al deslizar.

"Creo que no es realista decir un día que el covid desaparecerá y que nunca más volveré a hacer doomscroll", considera Bernstein.

"No creo que se reduzca, pero eso es algo de lo que también me he dado cuenta, y tengo que trabajar para conseguirlo".

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