Cuando concluyen los problemas para un ser
humano, generalmente en los países occidentales tenemos dos opciones
principales para los restos mortales: entierro o cremación. Ahora, ha sido
creada una instalación de primer orden mundial que ofrece un ritual alternativo
único a las elecciones tradicionales: compostaje humano.
La compañía detrás de este proyecto es Recompose,
una corporación benéfica que planea comenzar su operación en Seattle (EE.UU.)
en 2021.
Se trata de la primera instalación de
compostaje humano del mundo, donde se ofrece convertir gradualmente los restos
humanos en tierra, en un proceso denominado “recomposición” o “reducción
orgánica natural”.
Su fundadora, Katrina Spade, lleva varios años
trabajando en este proyecto, pero desde mayo de 2019 se convirtió en un
servicio legalmente viable, cuando el estado de Washington aprobó un histórico
proyecto de ley que permite el compostaje de restos humanos.
La ley entrará en vigencia en mayo de 2020,
dando lugar a lo que Spade llama una “revolución funeraria”, en la cual los
cuerpos de los fallecidos se transformarán en tierra en los ‘recipientes de
recomposición’ hexagonales reutilizables de la compañía.
¿Cómo se
realiza el compostaje humano?
El proceso se basa en los principios
tradicionales del entierro natural o ‘verde’ , pero en
este caso se lleva a cabo dentro de los recipientes reutilizables. Así lo
explican desde el sitio web de Recompose:
Una vez completado el proceso de compostaje, se
alienta a la familia y amigos de los difuntos a tomar parte o la totalidad del
metro cúbico de tierra que aproximadamente se genera por persona (equivalente a
varias carretillas de tierra), y pueden utilizarlo para cultivar un árbol o
jardín. Cualquier tierra restante se destinará a nutrir tierras de
conservación.
Menos
emisiones de carbono:
Los objetivos de conservación son una pieza
clave del propósito general de Recompose y la norma que permitirá a este tipo
de compañías ofrecer un ritual de fin de vida más respetuoso con el medio
ambiente que enterrar cadáveres embalsamados en ataúdes de
madera, o quemar restos mediante cremación, lo cual consume mucha energía
debido a las altas temperaturas requeridas, y produce emisiones de dióxido de
carbono (CO2).
Recompose estima que cada persona que opte por
un proceso de reducción orgánica (con una tarifa alrededor de US $ 5.500) en
vez de la cremación o el entierro convencional ahorrará una tonelada métrica de
CO2 , gracias a la retención de carbono que se produce en diferentes puntos del
proceso. Por no hablar de los beneficios de producir suelo útil, en lugar de
ocupar tierras limitadas. Al respecto, esto dijo la fundadora de la compañía a Citylab:
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