Fundadas todas
en el siglo XIX, las empresas más antiguas del país ya piensan en el negocio
para los próximos 100 años. Cuáles son y cómo sobrevivieron en una economía tan
volátil como la argentina.
A principios del siglo XIX, pocos años después de la
Declaración de Independencia, una comisión de vecinos porteños tuvo una
inquietud. Eran tiempos en los que la organización nacional todavía estaba en
pañales y la ciudad era la capital de la provincia homónima.
En el encuentro, que tuvo lugar el 6 de septiembre de 1822
y fue presidido por el entonces ministro de Hacienda bonaerense, Manuel José
García, se decidió que se crearía el Banco de Buenos Aires, precursor del Banco Provincia y primera entidad del país y de
Hispanoamérica. Pero también, la primera sociedad anónima y la empresa más antigua de la
Argentina.
Como
el Banco Provincia, las compañías de más larga trayectoria fueron testigos de
historia argentina. Vivieron momentos de expansión y de crisis, de apertura
económica y de proteccionismo. Y, a pesar de todo, siguen en pie.
Este selecto club lo
completan empresas
como Delfino Global (1838), Magnasco Hermanos (1855), Bagley (1864), Giesso
(1884) y Quilmes (1890), entre otras. Son compañías diversas, con
actividades muy distintas entre sí, pero que lograron sortear la maldición de
la tercera generación y supieron adaptarse y, así, permanecer vigentes pese al
paso del tiempo. Muchas de ellas empezaron como compañías familiares y, de
hecho, algunas, siguen siéndolo, lo que representa un desafío enorme en el
mundo de los negocios.
Estamos próximos a cumplir 200 años. Es un banco con probadas credenciales de resiliencia y
adaptación a diferentes situaciones y a las diferentes problemáticas que atravesó el
país", dice Juan Cuattromo, presidente del Banco Provincia.
La entidad nació como una sociedad entre accionistas
privados y la provincia de Buenos Aires. Fue la responsable de emitir el primer papel moneda que
circuló en el territorio nacional y fue la encargada de administrar el préstamo
que la banca inglesa Baring Brothers hizo durante la gobernación de Martín
Rodríguez. En 1946 la totalidad del paquete quedó en manos de la provincia.
Desde entonces, se profundizó su función como banco de apoyo a la producción. Negocios de familia.
La mayoría de las compañías
nacen como empresas familiares. Un negocio iniciado por el fundador y
continuado, en algunos casos, por sus hijos. El pasaje de generación en generación, sin embargo, suele
ser más que complicado.
"En el mundo la
tasa de permanencia de las empresas es muy baja. De una generación a otra, apenas
sobrevive entre entre el 5 y el 10 por ciento. En la Argentina no hay
estadísticas, pero entendemos que debe estar dentro de esos números o, incluso,
por debajo", dice Norberto Rodríguez, socio de PwC Argentina.
En
1862 un inmigrante estadounidense que huía de la Guerra de Secesión llegaba a
la Argentina como
representante de una editorial, pero con ánimos emprendedores. Con 24 años
consiguió trabajo en la histórica farmacia La Estrella y allí desarrolló
el que sería el punto de partida para una nueva compañía.
Para promocionar su
producto, Melville
Sewell Bagley realizó en forma intuitiva una campaña de marketing incógnito. Los
adoquines porteños aparecieron una mañana con pintadas que anunciaban la
llegada de Hesperidina.
En
los últimos años, Quilmes desarrolló la marca Patagonia para competir en el
segmento premium. Además, relanzaron la marca Andes -creada en 1921,
por Otto Sebastián Bemberg, hijo del fundador de Quilmes- y empezaron a
comercializarla en todo el país.
Cuando piensa la compañía
del futuro, Ticinese dice que imagina una empresa que se mantiene vigente
gracias a la centralidad que ocupa el consumidor. "Hay que escuchar a los consumidores y saber qué
quieren. Pero, además, hay que tener una mirada de mediano y largo plazo.
Parece muy difícil, pero en un país con la volatilidad que tiene la Argentina,
si no se piensa en el largo plazo, es imposible avanzar", agrega.
En ese sentido, destaca que si fuera por la historia, nunca se habría decidido
ingresar en el negocio del vino -a principios de 2020 adquirió la bodega
Dante Robino- porque nada tenía que ver con la tradición. Quilmes fue, además,
la primera compañía del grupo AB InBev en entrar en ese segmento.
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