Desde la Antigüedad, la mandrágora ha
sido objeto de numerosas leyendas, supersticiones y rituales debido a sus
propiedades mágicas figurando en todos los recetarios de pócimas calmantes y
afrodisíacas de la época. Los magos de la Edad Media tallaban una figura humana
presionando la raíz a cierta altura para darle la forma de cuello y cortando
todas las bifurcaciones hasta dejar cuatro, que serían las extremidades.
Buscaban una forma humana y la adoraban como si se tratara de un dios.
La mandrágora pertenece a la familia de las solanáceas, como la patata, el tomate o la
berenjena, y como tal, contiene solanina y otros alcaloides,
unas moléculas muy tóxicas incluso en pequeñas cantidades. ¿Podían deberse las
propiedades mágicas que se le atribuían a su composición química?
Vamos a ver de qué propiedades estamos hablando.
Retrocedamos en el tiempo. Mucho.
Génesis 30: 14-24 Raquel y Lea eran hermanas y estaban casadas con su
primo Jacob. Rubén, el hijo de Lea y Jacob, volvió a casa con mandrágoras
recién recogidas del campo y su tía Raquel quiso algunas, cosa que no le hizo
mucha gracia a Lea, que le tenía celos porque Jacob amaba más a su hermana. Al
final llegó a un trato con su hermana para obtenerlas: Raquel dejaría que su
hermana Lea se acostara con Jacob esa noche a cambio de alguna mandrágora.
Teniendo en cuenta que Lea ya tenía varios hijos de Jacob y Raquel no
había podido concebir durante años, se piensa que estaba convencida de que las
mandrágoras le ayudarían a poner fin a su esterilidad (varios años después,
concibió dos hijos). Pero ojito, recordad que correlación no implica
causalidad.
Si veis ilustraciones de la mandrágora, es frecuente que encontréis
un perro atado junto a ella. ¿Por qué? Pura superstición. Veréis.
Un relato de la época romana dice:
“El hombre debe guardarse de extraerla él mismo, pues su vida peligraría. Por
eso hay que atar un perro negro a la parte superior de la planta y azuzarlo
hasta que la planta surja de la tierra y se yerga. En ese preciso instante la
planta de figura humana proferirá un horrísono grito y el perro caerá muerto al
instante. Para sobrevivir, el buscador de mandrágora deberá tomar la precaución
de taparse bien los oídos con cera.”
Además, en algunos grabados medievales, aparece el hombre haciendo sonar
un cuerno para enmascarar el sonido estremecedor.
Durante siglos, la
mandrágora ha inspirado numerosas obras, como “La Mandrágora” de Maquiavelo, en
el siglo XVI, donde alude a su capacidad de sanar la esterilidad o “Antonio y Cleopatra”, del siglo XVII,
también de Shakespeare, haciendo alusión esta vez a sus propiedades como narcótico ya que Cleopatra se la pide a sus sirvientas
cuando su amante la deja para marcharse a Roma. De hecho, Dioscórides en su
obra De Materia Médica escrita en el año 65 y precursora de la
farmacopea moderna, describía cómo usaba el vino de mandrágoras como anestésico
en sus operaciones dándole al paciente un trozo de raíz para que la comiera
antes de intervenirlo. Costumbre que llegó a las doctoras de la escuela de
Salerno en el siglo XI.
Esto es
lo que dice la historia, la leyenda y la literatura o el cine. Pero ¿qué hay de
cierto en todo ello? ¿Qué tiene la mandrágora para haberse ganado la fama de
mágica y hechicera?
La Mandragora officinarum es una
planta perenne no demasiado alta, mide como mucho 30 cms. Sin embargo, la raíz,
sí puede alcanzar más de un metro de longitud y como ya sabéis, puede asemejar
una figura humana (¿?). Los frutos que produce, son similares a los de otras
primas cercanas, en forma de bayas rojas parecidas a pequeños tomates. Aprended
bien cómo es y dónde podemos encontrarla porque tiene la poca gracia de ser muy
tóxica solo con tocarla. No se deben manipular hojas, frutos y sobre todo
raíces, pudiendo provocar mareos, dificultad para respirar y bradicardia (ritmo
cardíaco por debajo de lo normal). La encontraremos en el sur y centro de
Europa, Mediterráneo y en el Campo de Gibraltar.
Ya habéis deducido que es peligroso y poco aconsejable cultivarla ¿no? Pues no
lo hagáis.
La
familia de las solanáceas es muy amplia. Como ya hemos comentado, dentro de
ella hay especies muy importantes para la alimentación, como la patata, tomate,
berenjena o el pimiento. Otras especies son ornamentales como la petunia y
otras, son mundialmente conocidas por sus efectos psicotrópicos y usos
medicinales. Todas tienen un componente común: son abundantes en alcaloides,
incluido la solanina que le da nombre a la familia. Recordemos que los alcaloides
tienen una acción fisiológica importante aún estando en bajas dosis (la
nicotina es un alcaloide abundante en la planta del tabaco, pero está presente
también aunque en menor concentración en patatas, tomates o berenjenas).
la raíz
de mandrágora contiene alcaloides muy tóxicos, como la atropina, la
hiosciamina, la escopolamina (o droga de los violadores y de la cual hablé aquí), la escopina y la cuscohigrina. Por tanto, su
consumo efectivamente tiene efectos alucinógenos y narcóticos. En dosis bajas
se ha usado en la medicina antigua para inducir un estado de olvido,
anestésico, tratamiento de la melancolía, convulsiones, etc. Los indios
americanos utilizaron la raíz como un laxante fuerte, para tratar gusanos,
parásitos e inducir el vómito; la aplicaban tópicamente por sus propiedades
antisépticas y calmantes del dolor. Sin embargo, en dosis elevadas, provoca
estados de delirio y locura e incluso, la muerte.
Está
claro que para conocer hoy en día los efectos fisiológicos y usos en
medicina de algunos compuestos derivados de plantas, han tenido que
pasar siglos y gente intoxicada y muerta. Las leyendas y supersticiones
alrededor de la mandrágora, hoy tienen explicación.



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