**Los bosque son la vida humana, sin ellos pereceremos, los
dueños del dinero creen que a ellos nos les pasara nada, ¿y sus familias que?, también
son inmunes o emigraran al planeta “B” que aun NO se descubre. mafg-
Esto implica,
precisamente, que no se podrán exportar al Viejo Continente cargamentos de soja
o sus subproductos, o de carne bovina, que
se hayan producido en campos que fueron desmontados desde 2021 en adelante
Un
estudio de la FAUBA determina que el costo de llevar adelante esta normativa es
bajo en relación al negocio que podría perderse y que los productores incluso
podrían recibir un mejor precio por su mercadería.
Para
prepararse ante este escenario, las cadenas agroexportadoras y los frigoríficos
de Argentina vienen trabajando a través de la plataforma VISEC,
que cuenta con el visto bueno de los importadores europeos y
ya está avanzado en su implementación.
En
este marco, un estudio de la Facultad
de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA) contesta
una pregunta clave y que se hacen fundamentalmente los productores: ¿Cuál es el
costo de adaptarse al nuevo contexto?
SOJA,
DEFORESTACIÓN Y EUROPA
A
grandes rasgos, la respuesta de la FAUBA es que los costos adicionales que
suma esta medida para los exportadores son bajos y oscilan entre 1,28 y
4,20 dólares por tonelada; y que incluso podría representar un beneficio
para los productores.
Para
la casa de altos estudios porteña, lejos de tenerle temor a este reglamento,
hay que aprovecharlo: afirman que las cadenas agroindustriales
nacionales están preparadas para responder a estas exigencias y que, incluso,
se pueden abrir nuevos mercados.
La cadena de la soja es la
que genera el mayor valor agregado a la economía argentina. De los 50 millones
de toneladas que producimos por año, el 80% se
industrializa como harina, aceite y biodiesel. La mayor parte de esto se
exporta, y del total exportado, el 20% corresponde a la Unión Europea”,
repasó Silvina Dal Pont, docente de Economía General en la FAUBA.
Y también recordó: “La Comisión Europea nos
calificó como país con riesgo de deforestación estándar o ‘medio’. Por eso
tenemos que cumplir con las disposiciones del nuevo reglamento. De no hacerlo, podríamos perder un mercado de 4.000
millones de dólares anuales”.
Para Dal Pont, no tiene sentido evadir esta
responsabilidad, cuando los costos
mencionados son valores muy bajos en relación con el precio internacional de la
soja, que está en torno a los 400 dólares.
UN
DESAFÍO, TRES CAMINOS
Por
su parte, Ulises Martínez Ortiz, también docente de Economía General de la
FAUBA, mencionó: “Los costos varían según dos factores: si los
exportadores actúan de forma individual o colectiva, y del volumen de soja
que certifiquen como libre de deforestación. Analizamos tres escenarios que
combinan estas variables”.
·
En el primero, cada
exportador actúa solo y adapta su estructura para que el 100% de la soja pase a
ser libre de deforestación, más allá del destino de la mercadería. Para
esto, asume los gastos adicionales de control y monitoreo ambiental, que
ascienden a U$S 4,20 la tonelada.
·
En el segundo, cada
uno compra soja de modo convencional para algunos mercados y, por separado,
soja libre de deforestación solo para los envíos a Europa. Este costo adicional
por ‘segregar’ la mercadería es algo menor que el anterior: U$S 3,55.
·
El último escenario plantea
que los exportadores actúan en conjunto —como ya ocurre a
través de la plataforma VISEC—
y comercializan el 100% de la soja libre de deforestación, sin
importar el destino. En ese caso, el costo adicional de infraestructura y
trazabilidad es U$S 1,28 por tonelada.
“Aunque
este es el óptimo, el costo en cualquier escenario resulta bajo
respecto del precio de exportación”, insistió.
Bajo
este panorama, lo que falta mencionar es qué incidencia puede tener en los
productores: los docentes subrayaron que si los exportadores se adaptan
al nuevo contexto, los productores de soja libre de deforestación podrían
recibir por lo menos 0,75 dólar por tonelada.
Así,
solo considerando las exportaciones a Europa, este sector podría
obtener más de 5 millones de dólares extra cada año.
Para
Martínez Ortiz, el agro argentino ya demostró su capacidad de adaptación. “Desde
2008 cumplimos con exigencias similares en el mercado de biodiesel. Los
exportadores le pagan a los productores una prima por sus productos libres de
deforestación”, ejemplificó.
Y
cerró: “La tendencia es global. Estados Unidos, China y el Reino
Unido discuten políticas similares. Además de la soja, se aplicarán a otros
productos: la carne bovina, la madera y la pulpa tendrán la misma exigencia. Lejos
de ser una barrera, son oportunidades para que todo el agro de la Argentina se
posicione en mercados diferenciados y más demandantes”.




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