En la
década de los 60 se aprobó una durísima ley contra el abandono animal en la que
se tipificaba como delito grave este hecho: quien se saltara la norma podría
recibir una multa millonaria y terminar en la cárcel.
El espíritu de esta ley
continua vigente en la legislación actual, que preve sanciones de hasta 16.000 euros por abandono y penas de hasta 3 años de
prisión.
Imagen superior, perros en Holanda Imagen inferior perros callejeros en Merlo, |
El inicio
del idilio entre los holandeses y los animales se remonta a principios del
siglo XIX. En esa época, tanto
los ricos como los pobres tenían perros en casa. Unos los utilizaban para
cazar, y otros para proteger sus pocas propiedades y como compañeros de
trabajo.
Cuando no les servían, los abandonaban y las calles
empezaron a estar infestadas por ellos. Los brotes de rabia se sucedían, y las autoridades se vieron obligadas a crear
leyes antiabandono.
Además, para poder
sufragar el sacrificio de los perros enfermos y que no transmitieran sus
enfermedades a los humanos, los
políticos holandeses crearon un impuesto que gravaba la posesión de una
mascota.
A su vez, en las
escuelas se enseñaba a los niños a respetar a los seres vivos y al medio
ambiente con rigurosidad.
Junto con esta punitiva ley, (la
de la década del 60, 16 mil euros o 3 años de cárcel) las autoridades buscan que los ciudadanos adopten
animales mediante la presión fiscal: existen tasas muy elevadas
que gravan la compra de perros de raza a criaderos.
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