NO
CAIGAMOS EN LA IRA, ES UNA ENFERMEDAD EN ASENSO EN ESTE MOMENTO EN EL MUNDO-
Piénsalo de esta manera:
¿cuándo fue la última vez que te enojaste realmente? Reflexione sobre esa
pregunta por un minuto y trate de recordar. Mientras recuerdas, examinemos cómo
funciona el mecanismo de la ira humana.
Originalmente, la palabra
«ira» provenía de la rabia latina, que significa «rabia y furia». Si alguna vez
has visto un animal rabioso, entenderás inmediatamente el origen del término.
Las enseñanzas bahá’ís nos advierten sobre la ira, e incluso dicen que
simbólicamente «quema» el hígado de la misma manera que el ácido corroe su
contenedor:
Al igual que los animales,
cada ser humano puede enfurecerse. Nos pasa a todos. Nos enojamos tanto, que la
ira toma el control de nuestros cuerpos, nuestros cerebros y nuestras acciones.
Entonces,
¿de dónde viene esa ira? Los bioquímicos y los neurocientíficos han estudiado
la ira y han descubierto que se origina en el hipotálamo, del tamaño de una
almendra y la parte más interna (junto con la amígdala) del cerebro primitivo
de cada vertebrado. El hipotálamo, lo que algunos científicos llaman nuestro
cerebro «primitivo», controla la temperatura de nuestro cuerpo, nuestro hambre,
nuestros ciclos de sueño, nuestros impulsos sexuales y nuestras respuestas de
lucha o huida basadas en el miedo.
Estas respuestas funcionan
de manera sorprendente. Por ejemplo: incluso en ratones que nunca antes habían
visto un gato, el hipotálamo produce instantáneamente una hormona que hace que
el ratón huya aterrorizado a la primera vista de un depredador felino. Este
mecanismo central, que funciona inmediatamente cada vez que un mamífero se
enfrenta a una situación amenazante, inunda nuestro cerebro con adrenalina y
corticosteroides. Esas hormonas nos hacen desear huir del peligro o, a la
inversa, enfrentarlo y luchar contra él.
Cuando el hipotálamo toma
la decisión instantánea de enfrentar las amenazas percibidas o el peligro,
varias cosas ocurren a la vez. El cerebro inmediatamente bombea hormonas como
la vasopresina y la oxitocina al sistema límbico; la glándula pituitaria libera
cantidades masivas de hormona adrenocorticotrópica; que luego hace que la
corteza suprarrenal bombee rápidamente adrenalina a nuestro sistema nervioso.
Cuando todo eso sucede, esas poderosas hormonas aumentan temporalmente nuestra
fortaleza física. La adrenalina amortigua las sensaciones de dolor y ralentiza
nuestras percepciones de tiempo, razón por la cual las personas con furia
violenta informan haber experimentado cosas a cámara lenta.
En
primer lugar, en vez de considerar su propio enojo interno como una fuerza
«malvada», los estudiosos de las enseñanzas bahá’ís recomiendan pensar la
ira humana de esta manera:
En la
creación no existe el mal, todo es bueno. Ciertas cualidades y rasgos naturales
innatos de algunas personas que en apariencia son censurables, en realidad no
lo son. Por ejemplo, desde el comienzo de su vida al lactar el niño de pecho da
muestras de codicia, enojo e irritación. Según eso, podría aducirse que la
bondad y la maldad son inherentes a la realidad humana, y que ello es contrario
a la bondad absoluta de la naturaleza y de la creación. La respuesta es que la
ambición, consistente en desear más y más, es una característica loable siempre
que sea ejercida convenientemente. Si un hombre ambiciona adquirir ciencia y
conocimiento, llegar a ser compasivo, generoso y justo, sus esfuerzos son
dignos de alabanza. Si dirige su enojo y su ira hacia los sangrientos tiranos
que se asemejan a las bestias feroces, ese empeño es muy loable. Por el
contrario, si no emplea dichas cualidades de manera apropiada, se hace acreedor
a la censura.
Es evidente, entonces, que en la creación la maldad
no existe en absoluto. Cuando las cualidades naturales del hombre se ejercen
ilegítimamente, resultan censurables. ‘Abdu’l-Bahá
Entonces, veamos si podemos
descubrir, en los siguientes ensayos de esta serie, algunas formas constructivas
de canalizar nuestra ira, frustración y cólera, potencialmente destructivas, y
transformarlas en una fuerza espiritual.
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