Cuando sale el tema
del peso corporal en reuniones, ateneos o simplemente en una
conversación casual, siempre terminamos hablando de dietas y ejercicios, como
tradicionalmente se supone se combate este problema de salud.
Sin duda que ambas categorías: alimentación y actividad física, son parte del tratamiento del sobrepeso,
pero no podemos decir que es lo único para hacer y menos aún, que cualquier
dieta o cualquier ejercicio ayudan a bajar de peso.
En los últimos años, la Obesología, especialidad
médica dedicada a abordar el estudio, tratamiento y control del tejido graso,
ha estudiado en profundidad los efectos de las dietas, demostrando que el
ordenamiento en horarios y calidad de alimentos, es por lejos mucho más eficaz
en lograr bajar el contenido graso del organismo, que someterse a estrictas y
restrictivas dietas que suelen sostenerse (con muuuucha voluntad) por 3 meses
promedio, lejos de representar un cambio de hábito definitivo.
La mentalidad de bajar de peso rápido y mucho, como
objetivo primario, nos lleva a resultados frustrantes y que generan más
obesidad con la habitual sensación de que “nada sirve”.
El mes siguiente, dejo las
frituras en todas sus formas y presentaciones, por siempre! e inicio la
actividad física que me recomendaron, 3 veces por semana (la semana es de lunes
a lunes).
El tercer mes, aparte de
los cambios de los dos primeros meses, agrego: fumar menos y/o desayunar con
pan sin grasa… y así sucesivamente, el cuerpo, pasará meses adaptándose a “no
ser acumulador”, tanto como antes pasaba meses aprendiendo a “ser acumulador”…y
el descenso se hará presente.
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