18 de febrero de 2024 /
08:41 AM: Al presidir el rezo del Ángelus en la Plaza de San Pedro del Vaticano
en el primer Domingo de Cuaresma, el Papa Francisco alentó a los fieles a
“entrar en el desierto interior” durante este tiempo para combatir las “bestias
salvajes” de los vicios, la avaricia, la vanidad y la codicia.
Recordando
el Evangelio de hoy, tomado de Marcos 1,12-15, el Santo
Padre recordó que Jesús permaneció en el desierto cuarenta días, tentado por
Satanás”, donde “estaba con las bestias salvajes y los ángeles le servían”.
“También nosotros estamos invitados en Cuaresma a ‘entrar en el
desierto’, es decir, en el silencio, en el mundo interior, en la escucha del
corazón, en contacto con la verdad”, indicó el Papa Francisco.
“En un sentido simbólico”, señaló,
las bestias salvajes y los ángeles “también son nuestra compañía: cuando nos
adentramos en el desierto interior, de hecho, podemos encontrarnos con bestias
salvajes y ángeles”.
“Bestias salvajes. ¿En qué sentido? En la vida espiritual
podemos pensar en ellas como las pasiones desordenadas que dividen el corazón,
intentando poseerlo. Nos sugestionan, parecen seductoras pero, si no tenemos
cuidado, corren el riesgo de hacernos pedazos”, señaló.
El Papa Francisco indicó que se puede “dar nombre a estas
‘bestias’ del alma: los diversos vicios, la avidez de riqueza, que aprisiona en
el cálculo y la insatisfacción, la vanidad del placer, que condena a la
inquietud y la soledad, e incluso la codicia de la fama, que genera
inseguridad. y una necesidad continua de confirmación y protagonismo”.
“Son como bestias ‘salvajes’ y
como tales hay que domesticarlas y combatirlas: de lo contrario devorarán
nuestra libertad. Y la Cuaresma nos ayuda a entrar en el desierto interior para
corregir estas cosas”, aseguró.
El Santo Padre señaló luego que “en el desierto había ángeles.
Son los mensajeros de Dios, que nos ayudan, nos hacen bien; de hecho su
característica según el Evangelio es el servicio: exactamente lo contrario de
la posesión, propia de las pasiones. Servicio contra posesión”.
“Los espíritus angelicales recuerdan buenos pensamientos y
sentimientos sugeridos por el Espíritu Santo. Mientras las tentaciones nos desgarran,
las buenas inspiraciones divinas nos unifican y nos hacen entrar en armonía:
calman el corazón, infunden el sabor de Cristo, ‘el sabor del cielo’”
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