SOCIEDAD Y CULTURA

Revista El Magazín de Merlo, Buenos Aires, Argentina.



martes, 16 de febrero de 2021

Desde 1771 se celebran los CARNAVALES es ARGENTINA, hoy, ritmos, bellezas, luz, pasarelas y cuerpos desnudos celebran este día, tan antiguo como la humanidad-

 

Según las crónicas, el carnaval fue traído a Argentina por los primeros españoles, y se cree que los primeros corsos se realizaron hacia mediados del siglo XVIII, donde la cultura negra tuvo mucha importancia para darle colorido. Ya en 1771 el Gobernador de Buenos Aires Juan José Vertíz implantó los bailes de carnaval en locales cerrados. La gente se metía en las casas y reventaban huevos por todos lados!






El exceso y la destrucción de propiedad eran tan grandes que en febrero de 1795 el virrey Arredondo prohíbe  "los juegos con agua, harina, huevos y otras cosas". Luego se volvió costumbre, en especial entre las mujeres, jugar a tirarse con agua con cualquier recipiente; hasta usaban huevos vaciados y rellenos con agua con olor a rosa (aunque a veces se tiraban huevos podridos).

Este tipo de celebraciones se realizaban más que nada en las grandes sociedades (como la casa de Margarita Sanchez de Thompson, la casa del Virrey Cisneros, la casa de "La Perichona",  entre otras). Pero era en los barrios más humildes, conformados por pequeñas comunidades integradas por población negra de origen africano, donde se practicaba el candombe.




Otra costumbre, que en algunas ciudades se sigue realizando al día del hoy, es la de quemar un muñeco de paja. Esta costumbre viene de la época de Rosas, y se llamaba "día del entierro": Los vecinos de cada barrio colgaban en algún lugar un muñeco de paja, al que llamaban Judas, que luego era quemado, en medio de una fiesta general.

Ya en 1839 se permitieron las máscaras y comparsas, además de los cohetes, luego de la debida autorización de la policía. Solo se permitía el juego en los tres días propiamente dichos de carnaval, y el horario era anunciado desde la Fortaleza (actual Casa Rosada) con tres cañonazos al comienzo, 12 del mediodía, y otros tres para finalizar los juegos, al toque de oración (seis de la tarde).



Por más que se trataba de prevenir desmanes, el problema es que la misma policía formaba parte de los festejos y ninguna medida preventiva era respetada, por lo que comenzaron a incrementarse las peleas, vandalismo, robo, alcoholismo, violaciones y hasta muertes. Por este motivo, el 22 de febrero de 1844 Rosas prohíbe por decreto el carnaval.

Recién se vuelve a permitir el carnaval 10 años después, una vez Rosas fuera del poder, pero esta vez estaba mucho más reglamentado, con mucha custodia policial, y sólo se realizaban bailes públicos en diversos lugares, previo permiso de la policía. También comienzan a predominar las comparsas, pero debían estar anotadas, así como sus integrantes y las personas que llevaban caretas, que tenían que pedir un permiso y llevarlo encima por si un policía lo requería.

Ya a partir de 1870 los carruajes comenzaron a desfilar en los corsos, que se hacían en las calles Rivadavia, Victoria y Florida, aunque luego se extenderían a otras calles y barrios. Eran muy alegres y vistosos, los disfraces y adornos eran cada vez más lujosos.

Por esa época los bailes comenzaron a tener importancia. Se hacían a continuación de los corsos en teatros, instituciones sociales, hoteles y residencias particulares. Usualmente eran de disfraces, y se bailaban polcas, valses, etc. En casi todos los clubes barriales había bailes en carnaval, tanto en la Capital como en el Gran Buenos Aires.

Con los años, la gente de sociedad se fue distanciando y dejó de compartir como antes estas fiestas populares, solo iban a los bailes o se mostraban en los carruajes durante los corsos más importantes. Dejó de existir la camaradería donde los blancos y negros se mezclaban con los ricos y los pobres, los grandes con los chicos. Con los años, el carnaval fue perdiendo su encanto, al punto que empezaron los desmanes de nuevo por culpa de patotas y bandas de gente pesada que siempre armaba pelea, hasta que en 1909 se suspendieron los corsos por los continuos incidentes que se producían.

A partir de 1915 muchas de las famosas comparsas fueron desapareciendo. Fueron siendo remplazadas por las murgas. Los corsos perdían brillo, se poblaban de chatas, carros y carritos de lechero, ya no primaba la elegancia de tiempos pasados. Eran tiempos difíciles y se reflejaba en los festejos del carnaval. Los desfiles fueron siendo dejados de lado por los bailes en gran escala que organizaban diferentes instituciones sociales. En la década del 20 eran muy pocos los corsos que seguían existiendo, y menos aun los que seguían siendo alegres y divertidos.

Los carnavales siguieron existiendo como fiesta pública por entidades organizadas por barrios, que es la forma que todavía se realiza en nuestros días. Desaparecieron los corsos, pero todavía se festeja. Y por supuesto los juegos con agua nunca desaparecieron por más prohibiciones que les implantaron, ya que es de lo más común a ver a niños tirándose bombas de agua!

Pero los vaivenes de la sociedad política y económica Argentina volvieron a incidir en los festejos, ya que Perón prohibiría los días feriados para festejarlo, aunque no estaba en contra del carnaval en sí. El siguiente revés se produciría durante la dictadura militar del ’76, que prohibió directamente el carnaval, que recién volvería con el regreso de la democracia en 1983, y que durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner se restablece los feriados para festejar el carnaval.

Increíble todas las vueltas que dio esta celebración casi tan antigua como la humanidad! Hace apreciar más esta festividad,  ¡A disfrutar!

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