Es muy importante que el progreso
científico y del conocimiento se acompañe de los cambios correspondientes en el
lenguaje que se emplea para referirse a las enfermedades, sus síntomas y a
quienes los padecen.
Las etiquetas que a menudo se
usan para referirse a ellas, aunque sea inconscientemente, comportan una serie
de connotaciones que pueden derivar en actitudes o percepciones que no ayudan a
fomentar la dignidad de la persona, o que pueden conllevar prejuicios respecto
a un colectivo.
Es importante evitar el uso del
concepto “demencia senil”, también en el lenguaje popular, puesto que puede
contribuir a perpetuar actitudes o percepciones que estigmaticen el
envejecimiento. Si no se revisan los conceptos, se puede favorecer la
perpetuación de falsas creencias basadas en desconocimientos ya superados. Este
es el caso de muchos mitos sobre la enfermedad de Alzheimer que aún deben ser
desterrados.
Probablemente, hayamos oído
hablar de la demencia senil más de una vez, pero tal vez no sepamos a qué hace
referencia exactamente. ¿Es lo mismo que la enfermedad de Alzheimer? ¿Es una
consecuencia inevitable de envejecer? En este artículo damos respuesta a estas
preguntas y trataremos de aclarar otras dudas o conceptos.
Ya anticipamos que la etiqueta
“demencia senil” no corresponde a ningún diagnóstico aceptado, ni por la
comunidad médica ni por la científica. Veamos por qué.
El concepto “demencia senil”
El término de demencia senil a
menudo se emplea haciendo alusión a un deterioro cognitivo progresivo esperable
por la edad. Esto, en sí mismo, ya debe ser matizado para no llevar a
concepciones erróneas respecto a lo esperable del envejecimiento, que, aunque
conlleve algunas pérdidas, nunca, por sí mismo, es causa de demencia.
Confusiones y derivaciones del
uso del concepto “senil o demencia
senil”
Hablar de demencia senil solo
porque la demencia se manifiesta a partir de cierta edad, puede llevar a las
siguientes derivaciones y confusiones:
Empobrece el diagnóstico
El uso de esta etiqueta no
especifica cuál es la alteración o enfermedad de base que causa o conlleva el
desarrollo de los síntomas de la demencia. Es importante tener claro que la
demencia siempre es consecuencia de una enfermedad o alteración cerebral, la
cual dará lugar a distintos tipos de demencia.
Induce a confusión
Puede dar pie a pensar que en
edades avanzadas es normal padecer demencia. El envejecimiento es el principal
factor de riesgo para desarrollar alguna forma de demencia, pero es importante
recordar que la demencia no es una consecuencia inevitable del hecho de
envejecer.
La edad y los factores genéticos
son los principales factores de riesgo no modificables para padecer la
enfermedad de Alzheimer que, a su vez, es la principal causa de demencia.
También existen una serie de factores de riesgo modificables que pueden modular
los efectos de la edad y la genética y ayudarnos, en general, no solo a evitar
la demencia, sino a envejecer de manera saludable.
Con la edad, al igual que sucede
con otras características o con ciertas funciones fisiológicas, es esperable
que se experimente un cierto declive, por el llamado envejecimiento cognitivo.
Algunas capacidades, como algunos aspectos de la memoria, la atención o la
velocidad de procesamiento de la información pueden tornarse un poco más
laboriosas, requerir de mayor tiempo de respuesta o algunas ayudas, pero no de
forma suficientemente acusada como para generar dependencia de terceras
personas, que es la clave cuando hablamos de demencia.
Fuente: Fundación Pasqual Maragall-
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