Se dice que el famoso inquisidor español era tan fundamentalista que
arrojó un crucifijo a los pies del Rey Católico, y le dijo: “Judas vendió a
Nuestro Señor por 30 monedas de plata; Su Majestad está a punto de venderlo de
nuevo por 30.000”. Tenía 250 guardaespaldas y con los bienes expropiados a los
judíos construyó dos conventos. Murió recluido en uno de ellos, un 16 de
septiembre.
No
se sabe exactamente dónde nació –se cree que en Valladolid- ni tampoco cómo era
su nariz, ya que algunos retratistas le concedieron el perfil de Sean Penn y
otros, el de Nicolino Loche. Lo único indudable es que Tomás de Torquemada fue uno de los más sanguinarios y tristemente recordados inquisidores de España.
Era vegetariano, odiaba las sábanas de lino y tan avaro
–austero, perdón- que prefirió meter en un convento a su propia hermana antes
que pagar una dote para que se casara.
Vivía en palacios y 250 infantes y caballeros armados eran sus guardaespaldas. Como
sucedería con los nazis, cinco siglos más tarde, amasó una enorme fortuna expropiando los bienes de los
judíos que acusó de herejía para quemarlos vivos. Aunque para muchos fue un defensor de
la fe, fue también odiado en su época y no fue necesario esperar a que muriera
para que alguno de sus contemporáneos soltaran la lengua.
Para
Sebastián de Olmedo, Tomás de Torquemada era “el martillo de los herejes, el
relámpago de España, el protector de su país, el honor de su orden”.
El sangriento Tomás de Torquemada
En
busca de explicaciones para su maldad y fundamentalismo católico,
uno de sus contemporáneos, Hernando del Pulgar, hurgó por archivos y encontró
un datazo: el cardenal y teólogo Juan de Torquemada, su tío, descendía de judíos conversos y, para que la posteridad
no lo olvidara, lo dejó consignado en su libro Claros
varones de Castilla (1486)
Desde luego, varias voces que tenían
miedo a las llamas se alzaron para desmentirlo, pero sus argumentos no fueron
muy convincentes y la sospecha sigue viva. Como Juan, su tío de sangre, Tomás también se
recibió de fraile dominico en el Convento de San Pablo, en
Valladolid.
Tomás
de Torquemada había estudiado teología en la
Universidad de Salamanca y en 1452, a los 32 años, su erudición le permitió
ejercer su profesión de salvador de almas pecadoras en el convento de Santa
Cruz la Real, en Segovia.
Bueno,
su erudición y sus contactos, ya que su propio tío Juan era entonces el
confesor del rey Juan II de Castilla –el padre de Isabel I, futura reina de España, quien lo
elegiría en 1474 como uno de sus tres
confesores para ponerle oído a sus pecados, que los tendría.
Fue
la misma Isabel La Católica quien lo recomendó al Papa Sixto IV antes de que el
dominico sevillano Alonso de Ojeda siguiera envenenando sus oídos cristianos
con el relato de la gran cantidad de judíos y musulmanes
conversos que, en realidad, no habían renunciado al credo de
sus antepasados.
Torquemada, el "virtuoso" que aniquiló a
120.000 judíos
Cerca
de la mitad de los 400.000 judíos que vivían en España, en el 1400, habían
abrazado la fe católica –algunos incluso se retiraron en monasterios- para
escapar de la presión social de la caza de judíos.
Recelosa
de esa amenaza, Isabel I de Castilla viajó ella misma a Sevilla en 1477, para
verlo con sus propios ojos. Tomás de Torquemada, que era casi un cortesano y no
se separaba de la esposa de Fernando II de Aragón, se tomó un año para husmear
por los callejones sevillanos y redactar luego un informe
lapidario.
Sí,
Su Alteza, era verdad, el cardenal Mendoza, arzobispo de Sevilla se lo había
confirmado: los falsos conversos se multiplicaban como cucarachas en Sevilla y
Córdoba; había que exterminarlos. Si era posible, con fuego.
Los
Reyes Católicos, entonces, solicitaron bula papal para
la creación del Tribunal de la Inquisición del Santo Oficio,
como dependencia directa de la Corona española El 1 de noviembre de 1478, el
Papa se las concedía.
Y
tres años más tarde, el sangriento Torquemada dio cabales muestras de su mano dura.
Para que las herejías no se propagaran como mecha encendida, prendió fuego a
todos los libros publicados en lenguas árabe y hebrea.
No
contento aun, ordenó que se quemara vivos a seis detenidos acusados de judíos
falsamente convertidos al catolicismo.
Sus hogueras fueron tan aleccionadoras, que el Papa Sixto IV le sumó un nuevo
cargo, Inquisidor General de Cataluña, siempre recomendado por la Reina, muy
agradecida con su confesor.
La quema de judíos en España
El
misterioso asesinato de un inquisidor español (Pedro de Arbués) y la quema de
una criatura (el Santo Niño de La Guardia) puso nerviosos a todos y aceleró el
camino del mal.
En
1492, mientras Cristóbal Colón navegaba hacia nuevos rumbos, Tomás de
Torquemada redactó el Edicto de Granada, que ordenaba exterminar a todos los
criptojudíos mayores de 12 años (así se llamaba a los “marranos”, “moriscos” y
“judeoconversos” que atizaban en secreto la llama de su fe original).
La
justicia divina también le llegó a él que falleció el 16 de diciembre de
1498.
Y
como todos los mortales, se fue de este mundo descalzo y sin un solo ducado (la moneda de oro en tiempos de
los Reyes Católicos). La fortuna que había recaudado expropiando los bienes
confiscados a los herejes, la había gastado en reformar el monasterio de Santa
Cruz de Segovia y en construir otro en Avila, el de Santo Tomás de Aquino.
El
primer tribunal inquisidor lo tuvo Sicilia, en 1223. Varios
países europeos los tuvieron. Fueron famosos los juicios contra Galileo Galilei, Giordano Bruno y Juana de Arco, entre otros famosos.
Para
el historiador de Myanmar Henry Kamen, que reside en Barcelona y le dedicó dos
libros de investigación al tema, hasta 1530, el número de personas que
perdieron la vida durante la Inquisición española fue de 2.000, una cifra que a otros estudiosos no complace.
Bibliografía consultada-.
·
Domínguez Casas, Rafael
(2020). «El linaje del cardenal don Juan de Torquemada: poder
económico y promoción artística». BSAA Arte 86: 41-94. doi:10.24197/bsaaa.86.2020.41-94. Consultado el 14 de enero de 2024.
·
Duran,
Alphonsus Maria, Why Apologies
for the Spanish Inquisition?, (Eric Gladkowski, Ed., 2000). ISBN 0-9702235-0-1.
·
Goldberg,
Enid A. & Itzkowitz, Norman, "Tomas de Torquemada" (A Wicked
History), (Scholastic Books, 2008) ISBN 1-4351-0322-
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