Entre
septiembre y octubre, los feedlots pasaron de perder $ 80.473 a $ 145.938 por
cabeza engordada. Para llegar a un punto de equilibrio, el sector del engorde a
corral necesita que el valor de la hacienda llegue a $ 2.500 el kilo. Hoy está
en torno a $ 2.100.
El
negocio de los feedlots sigue
profundizando sus números en
rojo, a partir de un incremento en
la cotización de la invernada frente a categorías de consumo
que desde hace meses están con los precios planchados.
De
acuerdo a la Cámara Argentina de Feedlot (CAF), al 1° de
octubre la pérdida por cabeza engordada es de $145.938. El mes
pasado, esta cifra era de $80.473, monto que no incluye
intereses e impuestos.
Estos
números se conocen con un nivel de encierre que en el último mes
prácticamente no mostró modificaciones y se ubica apenas por encima
del 68%.
“La dinámica muestra una baja
muy leve, que podría haber sido más fuerte”, reconoció Fernando Storni,
presidente de la entidad que nuclea a los feedloteros.
El
directivo explicó que el principal factor para explicar estos números negativos
es la brecha entre invernada y gordo. En las últimas semanas, el
precio de la invernada mostró un repunte, pero que no fue acompañado por las
categorías que se destinan al consumo.
FEEDLOTS
EN BUSCA DEL EQUILIBRIO
Este
aumento en la hacienda liviana, sumado a algunas ruedas comerciales con bajos
ingresos en el Mercado Agroganadero de Cañuelas (MAG), parecía
anticipar una recomposición en los precios que por el momento se hace esperar.
“Hay tranquilidad en el
consumo, no veo al mercado con subas más alla que en la última semana hubo
firmeza, hay sobreoferta, las ventas están caídas y el negocio del gordo está
trabado entre los $2.000 y $2.200”, admitió
un operador habitual de esa plaza.
Como
dato a seguir, agregó que se percibe una mayor presencia de los frigoríficos
exportadores, que compran hacienda para terminar a corral y que permite afirmar
algunos negocios, sobre todo en el caso de hacienda de mayor calidad y
terminación.
En
los últimos meses, los feedlots atravesaron un “veranito”, que les permitió por
primera vez en muchos meses acomodar su rentabilidad y hasta exhibir márgenes
positivos.
Esto
fue posible sobre todo a partir de dos variables: precio del maíz
estable y un acceso mas fluído a financiamiento.
Pero
la brecha entre ternero y gordo desacomodó el negocio, que volvió a
números negativos.
Consultado
por cual sería un precio razonable del consumo para empatar el partido,
Storni calculó que novillitos y vaquillinas deberían cotizar
sobre los $2.500, que tomando como base los valores actuales representa una
suba de 15% a 20%.
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