Absurdo, sin embargo, si deseamos ser aceptados y bien
vistos en esta sociedad de consumo, más vale que seamos rápidos, delgados,
jóvenes y digitales.
Sí, son
los pecados actuales. Si bien la tolerancia a miles de temas por fortuna ha
crecido, hay otros puntos en los cuales nos hemos vuelto cada vez más
intolerantes. Con esta perspectiva podemos ver que en el mundo materialista han
surgido nuevas reglas y muy estrictas sobre lo que está bien y lo que está mal;
sobre lo que es aceptable y lo que no lo es. Olvida la vanidad, la gula o la codicia.
Veamos, ¿qué es lo que hoy en día no se acepta?
1. La lentitud. La
velocidad se ha convertido en la esencia de las formas. Cualquier cosa que se
desplace despacio, que sea lenta o que reaccione fuera de tiempo se ha
convertido en un enemigo a vencer. La norma es no desperdiciar el tiempo para
nada. “¡Más rápido, más rápido!”, parece ser el mantra de los últimos años.
Sentirnos
satisfechos –sentirnos bien, vernos bien, estar bien– tiene que ser de
inmediato. Por esto mismo, productos como el prozac, el botox, la comida
rápida, los maratones o las clases de spinning han tenido tanto éxito.
2. El sobrepeso. Olvídate
de la época en que las personas regordetas eran símbolos de salud y bienestar.
La obesidad es hoy uno de los peores pecados capitales. Estamos de acuerdo en
que estar pasados de peso no es sano, sin embargo, tener unos kilos de más ha
ido más allá de ser un mero asunto de salud, para convertirse en un pecado de
tipo moral, aplicable aún a quienes estamos apenas un poco arriba de nuestro
peso ideal.
Es así
que tener un peso diferente del que marcan las revistas, el cine o la
televisión connota una especie de dejadez moral. Y no importa si esta
diferencia es de origen genético, se debe al metabolismo, a haber dado a luz
hace unos meses o a la edad: estar delgado hoy en día se percibe como un
reflejo de disciplina y de respeto por uno mismo.
3. La vejez. Este es
otro de los pecados mortales de hoy en día que no perdonamos ni a los famosos.
La velocidad con que nuestras computadoras, tabletas, celulares y cámaras se
vuelven viejas y obsoletas es cada día mayor. Sin importar de qué hablemos, ya
sea de tecnología, de personas o de una casa, el adjetivo “viejo” se ha
convertido cada vez más en algo casi insultante.
Lo viejo
no sólo es algo que describe un período de tiempo, es algo que se percibe como
nada deseable y que tratamos de evitar por todos los medios.
Incluso,
ahora somos más cuidadosos al referirnos a otros aspectos que denotan el
transcurso del tiempo, por ejemplo, decimos “clásico”, “tradicional”, “maduro”,
“la tercera o la cuarta edad”, “retro”, al referirnos ya sea a la moda, a los
coches, a conceptos o a personas. Cualquier término es mejor que “viejo”.
4. La ignorancia digital. Sin
importar la edad de las personas, quien ignora esta área de conocimiento se
pierde en gran medida de participar de muchas oportunidades. Desde investigar
temas de interés, hasta bajar aplicaciones sofisticadas que nos entretienen,
informan, cultivan y nos dan calidad de vida.
De
acuerdo con los estudios de Compuworld, el 90 por ciento de los usuarios no
utilizamos el 90 por ciento de la capacidad de nuestros aparatos electrónicos. Sin
embargo, una vez que vencemos el miedo de aprender, explorar y descubrir,
vemos que gracias a la tecnología, podemos combinar familia, casa, trabajo y
entretenimiento de una manera que antaño era casi imposible.
Fuente: El Universal-
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